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21 de noviembre de 2024
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Por Héctor Recalde
“Los reclamos son justos porque el poder adquisitivo del salario sigue atrasado”
El abogado laboralista y candidato a diputado bonaerense del Frente para la Victoria consideró que las luchas gremiales “contribuyen a que se distribuya con más equidad la riqueza nacional”
27 de septiembre de 2005
El conflicto gremial no tiene que asustar. Lo que tendría que asustar es que no haya conflicto. Cuando tenemos una sociedad que lucha, es una buena señal, porque quiere decir que se trata de una sociedad que late, que está viva. Esto es bueno, siempre y cuando se mantenga dentro de ciertos límites.

Es importante señalar que los conflictos gremiales no son tantos como en algún momento pareció ser. La sensación puede tener que ver con la extensa difusión que tuvo la lucha en el Hospital Garrahan. Ese conflicto tuvo un espacio mediático importantísimo, y yo lo atribuyo al lugar en el que tuvo lugar: se trata de un hospital de alta complejidad donde se cuida de la salud de nuestros chicos. Además, no hay que desconocer la impresión que causó la prolongación del conflicto.

En cuanto a la falta de solución de la pugna entre los empleados no médicos y las autoridades, estimo que hay culpas concurrentes. Por un lado, hubo un mal manejo desde el sector de Recursos Humanos del hospital y desde el asesoramiento jurídico. Por el otro, faltó ductilidad desde la conducción de los empelados.

Las justas reivindicaciones son difíciles de conseguir en un solo paso, hay que ir avanzando escalonadamente. Aunque esto no se aplica al caso del Garrahan, también hay que preocuparse porque si un conflicto es mal tramitado o es llevado adelante en una forma absurda, ilógica, el resultado negativo nos afecta a todos. Me refiero a un planteo que, por ejemplo, pretendiera un aumento del 200 %.

Lo que quiero señalar, sin embargo, es que todos los reclamos son justos porque el poder adquisitivo del salario de casi todos los sectores sigue atrasado. Esto es más notorio aún en el sector público, porque es el que más requiere un ajuste de los salarios. Lo único objetable es cierta metodología de la lucha que muchas veces conspira contra los intereses de los trabajadores, de esto de lo que hay que cuidarse. Porque sí como una buena negociación alienta a seguir luchando, una mala, aplaca.

Estas luchas contribuyen a que se distribuya con más equidad la riqueza nacional.

En general, por suerte, están obteniendo buenos resultados, pero siempre son insuficientes. La direccionalidad de la lucha es la correcta, pero los tiempos de las negociaciones a veces son muy lentos. Las necesidades de los trabajadores son más apremiantes que los tiempos políticos.