No existe posibilidad alguna de aumentar el superávit de 3% del Producto prometido al FMI
El miembro de la Mesa Nacional de la CTA revela que el compromiso adoptado de mantener un superávit fiscal equivalente al 3% del PBI es el más alto de los últimos 14 años
Finalizado otro tamo de la discusión con el FMI, corresponde puntualizar algunas cuestiones. En el primer round de la negociación (realizado el año pasado), Argentina le cedió al citado organismo el lugar de acreedor privilegiado. Esta definición no sólo tiene efectos sobre el nivel de transferencias que el país debe realizar en concepto de deuda, sino que somete a la Argentina a una discusión permanente con el FMI en torno al conjunto de la política económica. Relación con las privatizadas, diseño futuro del sistema financiero y condiciones de la apertura comercial y financiera se instituyen, en tanto se sigan, como un cerrojo sobre nuestras necesidades de reindustrialización y redistribución de los ingresos.
En el segundo round recientemente finalizado, el FMI logró instituirse como representante del resto de los acreedores y consolidar un frente único para discutir con Argentina entre junio y setiembre del presente año. El país ha perdido hasta el momento la oportunidad de dividir a los acreedores estableciendo un tratamiento específico (y en pesos) sobre los acreedores locales, al tiempo que ha desperdiciado la posibilidad de favorecer un diálogo con los bonistas del exterior dirigido a presionar sobre los Estados del mundo desarrollado.
Ante estas circunstancias, corresponde entender que:
a) El compromiso adoptado de mantener un superávit fiscal equivalente al 3% del PBI es el más alto de los últimos 14 años y no existe posibilidad alguna de incrementarlo. Mas aún, en tanto resulta insostenible un crecimiento equivalente al registrado durante el 2003 ya que requeriría cambios productivos importantes y una tasa de inversión que duplique la actual ( recordemos que por cada punto del producto las importaciones se multiplican por cuatro mientras las exportaciones evolucionan en línea con el mismo), el compromiso fiscal adoptado es equivalente a la tasa de crecimiento de largo plazo que puede sostener la economía vigente y su mantenimiento implicaría (además de su imposibilidad fáctica) un descenso del PBI por habitante. Para ser más claros: el promedio de los servicios de deuda pública fueron del 2,82% durante la convertibilidad y del 2,72% en la post convertibilidad. En suma, el 3% no es un límite a las transferencias, es un incremento de las mismas. Es imposible por lo tanto incrementar el superávit.
b) El gobierno ha demorado la verdadera recomposición de las cuentas públicas al convalidar, sin contrapartida, las compensaciones a los bancos al no encarar una drástica reforma impositiva -que sobre una nueva coordinación Nación-Provincias- grave rentas y patrimonios elevando la participación de la recaudación tributaria sobre el PBI y llevándola a niveles razonables respecto a otros países del mundo. Tampoco ha replanteado el régimen previsional reapropiando los aportes de los trabajadores activos.
c) Sigue siendo necesario el logro de un plazo de gracia en la reestructuración de la deuda, así como la recuperación plena de la autonomía de nuestro país en materia de política económica. En suma, la puesta en cuestión del lugar de acreedor privilegiado del FMI.d) Resulta imprescindible discutir con los “bonistas del exterior” la presión conjunta sobre sus Estados para que identifiquen los capitales fugados de argentinos en el exterior y que los mismos sirvan como base para el cobro de impuestos que permitan pagar sin afectar el crecimiento.
Nuestro país necesita:
a) Una reforma impositiva fuertemente progresiva
b) La disolución del régimen de AFJP y la reapropiación pública de los aportes de los activos
c) Entender que el 3% de superávit no es un límite sino una expansión de las transferencias y que debe reducirse.
d) Revisar el lugar de los organismos multilaterales y el FMI como acreedores privilegiados
e) Poner la fuga de capitales como base para los pagos.
Estos objetivos sólo pueden fundarse en la convocatoria a una coalición política y social que internamente coloque en el centro de sus objetivos la batalla por la igualdad, y que promueve activamente estrategias regionales de consolidación del MERCOSUR y América Latina.