Por Alejandro Ramírez
El "Efecto Patoruzú"
27 de septiembre de 2008
Las complicaciones económico financieras que están sufriendo EEUU y dentro de muy poco tiempo el resto del mundo, están haciendo que muchos hablen porque Dios le ha dado boca. Hemos sido testigos, sintiendo vergüenza ajena, de las altisonantes declaraciones de nuestra presidente en la propia casa de aquellos que están teniendo estos serios inconvenientes.
Efecto Jazz se animó a denominar este momento, comparándolos con otras crisis regionales como el efecto tequila, caipiriña, vodka o arroz. Y no solamente impactó negativamente lo dicho, sino las formas con la que se dirigió a los presidentes y políticos del mundo, y a toda la prensa internacional.
Por lo visto, volvimos a tener los moditos de otros tiempos, olvidando las continuas clases de modales más acordes a una mujer que viene recibiendo en los últimos meses, buscando los asesores de que estos sean coincidentes a los tonos y formas de hablar más habituales con los utilizados por cualquier tía o abuela. Volvimos a ponernos malos, agresivos y soberbios, marcando los defectos de los otros, y defendiendo las absurdas situaciones que estamos viviendo, como que estamos en el mejor de los países.
En la Argentina está todo mal. El tema de la incredibilidad de los datos del Indec, la alta e insostenible inflación, la falta de seguridad con cada vez más muertos por día, la indiscutida corrupción de algunos funcionarios públicos, los bajos salarios, y lógicamente la grave problemática del sector agropecuario. Y en este caso, porque no llamar EL EFECTO PATORUZU.
Aquellos que tenemos algunos años, recordamos bien la historieta donde este personaje noble e incorruptible hacía todo para que la Argentina sea un país digno de ser vivido. Cacique patagónico muy trabajador, hombre de campo, manso al hablar y vivir, pero ante la menor injusticia, ante la menor posibilidad de que ocurra algo que no debía, reaccionaba con fuerza sobrehumana, luchando hasta el final, haciendo todo para impedir los hechos que perjudicaban a su entorno, defendiendo siempre el ser nacional, la producción argentina. Exactamente esto ocurrió en marzo de este año y volverá a ocurrir en muy poco tiempo.
Los hombres de campo están cansados, agobiados, enojados y combativos y a punto de volver a su lucha. Nada de lo que le prometieron, se cumplió. No existen posibilidades de que las escasas medidas a corto plazo tomadas por el gobierno nacional, hagan cambiar la triste realidad que está viviendo el campo argentino.
Perdimos mercados en el exterior, cada vez se producen menos granos, baja el stock ganadero, diariamente se cierran tambos, las economías regionales pierden mucha plata, en definitiva, cada vez nos alejamos más de llegar a ser el gran supermercado de comidas del mundo.
Por eso, antes de titular o categorizar las crisis o circunstancias que viven otros países, tratemos de solucionar las nuestras, sin jactarnos de que los problemas son de otros, como si estuviéramos viviendo en el mejor lugar del planeta.
Lamentablemente EL EFECTO PATORUZÚ ya está con nosotros y entendemos durará mucho tiempo. Ojalá podamos abrir los ojos rápidamente para poder tomar al toro por las astas y comenzar a andar el verdadero camino de la producción de alimentos, tan necesarios en todo el mundo.
Y como diría el gran cacique patagónico (Patoruzú, no el otro) AHIJUNA CANEJO.