Los sucesivos secretarios del Tesoro de EEUU desde 2002 hasta la fecha (Paul O’Nelly, John Snow, Henry Paulson) se han referido en sus diversas exposiciones al “dólar fuerte”.
También lo ha hecho el Presidente George W. Bush, en repetidas ocasiones ante los jefes de Estado de las mayores economías del mundo. Sin embargo, desde Enero de 2002 hasta la fecha, el dólar ha perdido valor contra el Euro el 43,6 %; contra el Yuan el 17,4 %; contra el Yen el 18,6 %; contra el Real el 33,9 %, contra la Libra el 29,2 %. ¿Cómo es eso? Parecería que el mundo no entendiera o no interpretara la tan clara expresión “dólar fuerte”. Hay que analizar un poco esto.
La Segunda Guerra Mundial (1939/1945) convierte al Dólar en la moneda prominente del mundo occidental. Europa y Japón fueron destrozados por la guerra. EEUU, en cambio, fortaleció notablemente su economía.
En 1944, en la ciudad norteamericana de Bretton Woods se realizó la Conferencia Monetaria Internacional para establecer un nuevo orden económico.
EEUU impuso las condiciones. El nuevo sistema monetario basado en el Dólar, como moneda internacional, con el compromiso de EEUU de canjear sus dólares del extranjero, por el oro de su reserva. Cada onza de oro, equivalía a US$ 35. Basados en esa relación los países fijaron el tipo de cambio de sus monedas.
El tipo de cambio fijo determina la existencia de una política monetaria pasiva. Los países del mundo se obligaban a crecer y a ahorrar a través del saldo positivo de su cuenta Corriente de su Balance de Pagos. En caso de que un país tuviera un exceso de emisión monetaria por un temporal déficit fiscal o en su sistema financiero, debía recurrir al FMI, quien con cláusula de condicionalidad, escalonamiento y criterio financiero normalizaba la situación del país en desequilibrio, a través de un ajuste de sus cuentas fiscales y financieras.
Pero el superávit de cuenta corriente, así establecido, para todos los países del mundo excepto EEUU, determinaba un recíproco déficit de cuenta corriente para este país, que, consecuentemente con desahorro, fue paulatinamente perdiendo sus reservas de oro.
Las posesiones de dólares de los Bancos Centrales del mundo sobrepasaban el stock de oro estadounidense y se insinuaba, peligrosamente, hacia mediados de los ’60 que los EEUU no estaban en condiciones de cumplimentar la tan mentada cláusula de canjear por US$ 35 la onza de oro.
La “Sociedad Opulenta”, la exploración espacial, la batalla por la libertad del mundo occidental en el sudoeste asiático, los panegiristas de la “Nueva Frontera”, insistían en que el mundo contaba con los recursos suficientes para concretar las utopías.
Ciertamente obviaron que EEUU también tenía una Balanza de Pagos, que debía ser mantenida en regular equilibrio. Pero ello se trató con “benévola negligencia”. Y el 15 de Agosto de 1971, posterior a muchos proyectos fallidos, EEUU “cerró la ventanilla del oro”. O sea, el dólar se hizo inconvertible, con una simultánea explícita revaluación de las monedas del mundo respecto del dólar americano.
La política monetaria de EEUU contribuyó a la inflación en el extranjero, por su efecto directo sobre los precios y sobre la oferta monetaria. Ayudó a naufragar el sistema de tipos de cambio fijos al colocar a los Bancos Centrales extranjeros en la alternativa de escoger entre éstos o la inflación importada. La política fiscal de EEUU, que hizo necesaria la devaluación del dólar, también ayudó a la inflación en el extranjero al proporcionar mayores incentivos a los flujos de capital especulativo que abandonaban el dólar.
La eclosión determinó la aparición de los tipos de cambio fluctuantes. Y el desarrollo de las políticas monetarias activas por parte de los países del mundo.
Pero el dólar siguió como moneda prominente. EEUU siguió con virulencia, en su dispendio de desahorro externo, acentuando aun más en los últimos años, el saldo negativo de su cuenta corriente de su balance de pagos. Y la debilidad del dólar, recíprocamente, determinaba la sobre valorización de las monedas de los países que ahorraban, con políticas económicas productivas y austeras. Y se vivió otro “revival” de Bretton Woods.
EEUU entrampó (en el buen sentido del término) en los años ´80 a países que necesitan crecer a través de sus exportaciones netas y se ven en la necesidad de adquirir activos en dólares para evitar la apreciación de sus monedas y la deflación.
Bajo el sistema de Bretton Woodos, EEUU tomaba crédito a corto plazo de Europa y prestaba a largo plazo, haciendo inversiones inmensas en la reconstrucción del capital europeo. En los últimos tiempos EEUU toma crédito a corto plazo para gastar.
Y así aparecieron las opiniones de Milton Friedman (2 de Diciembre de 2005) despreocupándose por el severo desequilibrio fiscal y externo de EEUU, y Alan Greespan (23 de Mayo de 2003) “el dólar podrá caer y el rendimiento de los Bonos de largo plazo podrá subir, pero los EEUU es lo suficientemente flexible para adaptarse sin sufrir”.
EEUU se ha despreocupado por su déficit fiscal y externo persistente y profundo, dado que se supone que su financiamiento está asegurado por el “encaje en dólares” de los Bancos Centrales del Mundo, de las empresas y de los particulares.
La debilidad del dólar significa excelentes beneficios para las empresas norteamericanas con inversiones “off shore”, que obtienen beneficios en dólares, en países, que revalúan sus monedas. Países con monedas revaluadas, y simultáneas altas tasas de interés son excelente oportunidades para la realización de fuertes utilidades, por arbitraje de intereses.
El ex secretario del Tesoro John Snow realizó un esfuerzo de aclaración en la interpretación del “Dólar fuerte”. “Es fuerte – dijo – por la confianza que inspira en el público y en lo difícil que es falsificarlo. No tiene nada que ver con el valor respecto de otras divisas”.
Ahora se entiende. EEUU está seguro que las monedas de mundo se revaluarán, ante el dispendio y el desequilibrio económico-financiero de EEUU. Pero, también está convencido que tal revaluación y el aumento de las tasas de intereses, se exteriorizará en recesión.
Y como corolario, para evitar ello, los países del mundo deberán comprar dólares, aun debilitados, por su impactante creación.
Ahora se entiende. El dólar es “fuerte” por su casi obligada tenencia. No lo es, ciertamente, por su respaldo, ni por su valor intrínseco. Es fuerte, por que así lo fijan y establecen, las reglas de juego. Quizá, ello esté en contraposición, de todo axioma económico racional. Pero aun así, se asimila a imposible cambiar las reglas de juego vigentes. Salvo, salvo que los desequilibrios de EEUU, aun se acentúen más y el mundo pase a otra etapa.