De aquí, de allá...
En todas partes se cuecen habas, decía un sabio y popular refrán. Conviene recordarlo, porque aunque las tecnologías mas modernas se encuentran a disposición de un elevadísimo porcentaje de la sociedad argentina, una más que significativa porción de la misma sociedad se asombra, golpea el pecho, se indigna o masculla "esto solamente pasa acá".
¿Es así? Posiblemente varios de los padeceres argentinos sean marca registrada en este suelo, pero muchos, la gran mayoría llegaron como copias - malas copias a veces - de lo que ocurre en otras latitudes,
No tiene sentido enumerarlos, pues quien más o quien menos los soporta - o practica - a diario. El tema viene a cuento por el impacto que provocan en los públicos locales, ávidos consumidores de cuanta angustia real o virtual, espontánea o provocada, le llegue por los medios de comunicación.
Algunos ejemplos recientes. Durante varios días, se produjo en la Provincia de Buenos Aires un brote de delincuencia de tal magnitud, que al ciudadano común le quedó la sensación de que debía quedarse encerrado en su casa o salir camuflado y armado al estilo Rambo.
Con la misma espontaneidad con que apareció, el problema parece haberse resuelto, lo que permite suponer que los comerciantes de Junín o los vecinos de Tres Arroyos deben vivir hoy tan campantes como los habitantes de Suiza.
Otro. La horrible seguidilla de accidentes viales alcanza tal intensidad en estas fechas, que cualquier persona en su sano juicio debería abstenerse de trasponer los límites de su barrio. Pasada la época estival, los desastres siguen, pero encuentran poca cobertura.
Uno más. El Presidente de un país de Africa es recibido con la pompa inherente a su cargo, pero recibe un reto inesperado. Esta historia hubiera creado comentarios de toda índole tiempo atrás. Hoy se esfumó en horas.
¿Que nos pasa? ¿Habremos perdido la sensibilidad o el interés ante casos de esta relevancia? A mi juicio no transita por ahí el problema. Por un lado ocurre que la información disponible es tan abundante, que los medios masivos privilegian aquella que reúna la mayor cantidad de ingredientes que permitan asimilarla a la cultura del espectáculo que prevalece en la sociedad.
Por otra parte, esa misma abundancia hace posible la manipulación de las noticias, lo que es aprovechado por los gobernantes, los políticos, los empresarios, los sindicalistas y todos aquellos sectores que tengan posibilidad de acceder a esta alternativa. A no rasgarse las vestiduras, pues el propio editor del muy buen diario madrileño "El País", manifestó hace pocos días que ningún medio puede ser imparcial, a la vez que admitió implícitamente este fenómeno, que no es nuevo, pero se multiplica..
Frente a este panorama, cabe preguntarse que se puede hacer. Lo primero no asombrarse, pues en todos los medios del mundo impera la lógica de la "noticia-espectáculo", impuesta por los formatos de la TV. En segundo término, aprender y obligarse a utilizar el formidable arsenal de medios informativos que tenemos a disposición. Ayudan a encontrar opiniones diversas, pero además enriquecen el criterio individual al convocar a la reflexión.
En definitiva, es la tradicional controversia entre el pensamiento único y la diversidad de opiniones.