La ameba que se mete por la nariz y destruye el cerebro
Vive en lagos y se introduce en el cuerpo humano por las fosas nasales hasta llegar a la cabeza, donde termina matando a la persona afectada. Los detalles
29 de septiembre de 2007
A pesar de que los encuentros con el bicho microscópico son extremadamente infrecuentes, ha matado a seis niños y jóvenes este año.
El aumento en los casos ha generado preocupación entre las autoridades federales de salud, y pronostican que ocurrirán más en el futuro, según publicó la agencia AP.
"Esto es definitivamente algo a lo que tenemos que dar seguimiento", dijo Michael Beach, especialista en enfermedades adquiridas en actividades recreativas en el agua para el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). "Esta es una ameba a la que le encanta el calor.
A medida que suben las temperaturas del agua, subsiste mejor", dijo Beach.
"En las próximas décadas esperamos ver más casos, al incrementarse las temperaturas".
De acuerdo con el CDC, la ameba llamada Naegleria fowleri mató a 23 personas en los Estados Unidos de 1995 al 2004.
Este año las autoridades encontraron un incremento con seis casos, tres de ellos en la Florida, dos en Texas y uno en Arizona.
El CDC sabe solamente de unos varios cientos de casos en todo el mundo, desde que fue descubierto el microorganismo en Australia en la década de 1960.
En Arizona, David Evans dijo que nadie sabía que su hijo, Aaron, estaba infectado con la ameba hasta que el muchacho de 14 años falleció el 17 de septiembre.
En primera instancia, parecía que el menor tenía solamente un dolor de cabeza. "No sabíamos. Y aquí estoy. Llego a casa a sepultarlo", dijo.
Luego de realizar más pruebas, los médicos dijeron que Aaron al parecer fue infectado una semana antes, mientras nadaba en las cálidas aguas del lago Havasu, un depósito de agua en el río Colorado, entre Arizona y California.
Aunque las infecciones de este tipo suelen darse en los estados del sur del país, la Naegleria habita en casi todos los cuerpos de agua, desde lagos, aguas termales y piscinas sucias, consumiendo algas y bacterias en los sedimentos.
Si alguien permite que el agua le entre en la nariz, la amiba puede sujetarse al nervio olfativo, destruyendo tejidos a medida que avanza hasta el cerebro, donde termina alimentándose de éste.