Ella lo acusó de esquivarla en la cama y él le retrucó: "Con ella tuve relaciones de espaldas, de frente, de costado, parado, en el agua y de todas las formas explicables"
Su relación atrajo y atrae todas las miradas. Cuando se conocieron, cuando se casaron, cuando se separaron y ahora, mientras avanza el proceso de divorcio.
La pelea judicial y mediática entre Carolina "Pampita" Ardohain y Martín Barrantes avanza y los trapitos se ventilan al sol.
Los expedientes y las declaraciones hacen que salgan a la luz los detalles más íntimos de la ex pareja.
Según publicó la revista Gente, Pampita acusa a Barrantes de no desear tener sexo con ella.
“Martín no deseaba tener relaciones sexuales conmigo, y si lo hacía, no había juego amoroso, placer compartido, amor. Me hacía sentir que lo hacía como un trámite, una obligación marital, en forma mecánica, rápida y sin buscar la recíproca gratificación y placer. Esta disfunción sexual estuvo acompañada de un distanciamiento afectivo profundo, y pronto se acrecentó el maltrato...”, dijo la modelo, actualmente en pareja con el actor chileno Benjamín Vicuña, con quien tiene una hija, Blanca.
Barrantes contraatacó: -“(Ella) me endilga conductas esquivas, especialmente en el plano sexual. Así pretende cambiar su papel de adúltera a víctima, esparciendo para ello un desagradable tufillo de inmoralidad y dudosas costumbres atribuidas a mi persona”.
El polista acusa a Pampita de adulterio y dice que la prueba más concreta es la hija de un año y cuatro meses que la modelo tuvo con Vicuña.
Pero, según Pampita, a Barrantes le resultaba imposible realizar el coito si no la ponía de espaldas a él.
“Intenté una y otra vez que nuestro matrimonio funcionara, pero había algo en Martín que yo no conocía y que se interponía. Me rechazaba como mujer, como esposa, como compañera... En varias oportunidades reaccionó con ira desmedida ante comentarios que le habían llegado –y no por mí- que ponían en duda su orientación sexual. Este es un aspecto importante de la dinámica de la relación, por cuanto Martín tenía una modalidad sexual peculiar. Le resultaba imposible realizar el coito si no me ponía de espaldas a él. Practicaba en forma tan inexcusable y obsesiva como innecesaria el coitus interruptus, con la inevitable repercusión emocional que ello implicaba”, dijo.
Barrantes respondió: “Aclaro que con ella tuve relaciones sexuales no sólo de espaldas, sino de frente, de costado, de parado, en el agua y de todas las formas explicables y conocidas que un hombre y una mujer pueden tener. No se explica, por otra parte, cómo una mujer puede a cuatro años vista, y luego de convivir antes de casarse, aducir que el marido tenía desviaciones y que practicaba el coito únicamente si se ponía de espaldas a él”.
Y ella volvió a pegar donde más le duele a los hombres: “No me sentía acompañada por mi esposo, todo estaba sobre mis espaldas: tener que trabajar para mantener nuestra casa, pagar el sueldo de la mucama, el alquiler, las comidas, las salidas, todo. Y al regresar, encontrar sólo críticas, mal humor, burlas, mutismo y desinterés total en el aspecto sexual”.
Pero él se defendió: “Me acusa de que no trabajaba y tengo tres empresas. Mi nivel de vida nunca bajó. Nosotros teníamos un preacuerdo y cada uno manejaba su dinero. La casa la mantenía yo. También pagaba la obra social de ella y el alquiler de la casa. No quiero una cuota alimentaria. Sólo que sepa la verdad. No la juzgo porque se enamoró de otra persona, pero quiero que reconozca que fue adúltera”.
Acusaciones desopilantes que se completan cuando ella dice que él la llamaba “mucamita” y él asegura que ella lo llamaba “vago de prosapia decadente”.