El Gobierno decidió jugar todas las fichas a mantener el segundo índice lo más bajo posible, mientras la inflación para la clase media se dispara a una tasa de dos dígitos
Con el pie puesto sobre los precios de bienes de necesidad básica, las tarifas y el transporte público, el oficialismo logró que la canasta de consumo de los quintiles de menores ingresos se asemeje a la polémica medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). En tanto el consumo de la clase media en las ciudades más importantes del país se resintió al ritmo del alza real de los precios.
Así, existen al menos dos índices de inflación muy distintos. Uno para la clase media y otro para los sectores con menos recursos. El Gobierno decidió jugar todas las fichas a mantener el segundo lo más bajo posible, mientras el primero se dispara a una tasa de dos dígitos.
A pocas semanas de las elecciones presidenciales, el dato no resulta menor. El kirchnerismo perdió fuerza en los grandes centros urbanos, como Córdoba Capital, Rosario y la Ciudad de Buenos Aires, donde se concentran los sectores medios y altos, más afectados por la inflación.
Allí el oficialismo fue derrotado por una amplia diferencia en los últimos comicios.
Según datos oficiales, en el primer semestre del año la inflación golpeó más a la clase media. La variación fue de 4,4%, medio punto por encima del nivel general de precios para el período.
Para el quinto quintil (el 20% más rico de la población, aunque con ingresos promedios de $ 2.900), el cambio de metodología del Indice de Precios al Consumidor (IPC) generó un impacto menor en los papeles. El Indec registró una deflación de 4,3% en el rubro esparcimiento que tiene una alta proporción en la canasta de familias con altos ingresos.