En una de las ciudades más caras del mundo y con el euro en aumento los argentinos que quieran festejar la racha de los Pumas deberán desembolsar esa suma
En París, la segunda ciudad más cara del mundo, hay una mala noticia para los argentinos que, con el espíritu encendido por la buena racha de los Pumas en la VI Copa Mundial de Rugby en Francia, fantasean con gritar varios triunfos.
De entrada, el metro desde el aeropuerto Charles De Gaulle al centro cuesta 8,40 euros. Si se decide emerger en el barrio latino, las chances de elegir hotel se multiplican; una habitación individual en un hotel dos estrellas ronda los 70 euros y hay que agregarle otros 100 si le quiere añadir una estrella a la estadía. Uno de cinco, se consigue a partir de los 300 euros y puede llegar a los 1.000.
Con el alojamiento resuelto y tras un desayuno de 20 euros, hay que sentarse en la tribuna a alentar a los Pumas, hombres rudos y acostumbrados a los aires parisinos –seis argentinos juegan en clubes franceses–.
Las entradas más onerosas del partido inaugural, primera categoría, se conseguían a 380 euros. Y para el partido de Argentina contra Irlanda, cotizan a 280 euros. Los precios son en extremo variables; van de los 80 a casi 400 euros, depende de quién juegue y de las expectativas puestas en esa selección.
A no preocuparse: a medida que el mundial avance, seguirán subiendo. Las pujas en la reventa, también.
Para viajar entre las sedes francesas, el TGV es lo más rápido. Por ejemplo, el tramo entre París y Lyon (460 km) cuesta casi 106 euros en primera clase y 44 en segunda.
Y la celebración de un trabajado triunfo como el 33-3 del miércoles ante Georgia, bien merece una pausa en una terraza: una entrada de ensalada de verdes con queso de cabra, canard à l’orange (pato a la naranja), crème brûlée de postre y vino, sale unos 140 euros, para dos personas.
Para Enrique IV, el rey Borbón, París bien valió una misa. Para un argentino amante del rugby, valdrá unos cuantos miles de euros. Pero los fanáticos del deporte saben que este torneo puede ser inolvidable y aún si el lugar en el podio no resulta tan elevado como las expectativas criollas, París brindará consuelo.