El regreso de Kylian Mbappé no fue suficiente para Francia, que ya se había asegurado su pase a los octavos de final de la Eurocopa que se está disputando en Alemania, pero que apenas pudo empatar 1 a 1 con Polonia este martes en Dortmund en su último encuentro del grupo D.

Ese resultado y la victoria 3 a 2 de Austria sobre Países Bajos en Berlín relegaron a los subcampeones del mundo al segundo puesto en su zona.

El folletín de los últimos días en Francia había tenido como protagonista exclusivo a Mbappé, a partir de la fractura en la nariz que el delantero sufrió en el primer partido de su seleccionado en el certamen contra Austria.

El jugador que se incorporará a Real Madrid luego de esta Euro permaneció en el banco los 90 minutos en el duelo del viernes ante Países Bajos y su presencia frente a los polacos fue pura incertidumbre hasta una hora antes del inicio del encuentro.

Ocho días después de haberse lesionado y pertrechado de una máscara de protección bastante pequeña y que no restringía tanto su campo visual, el capitán regresó a la acción y mostró espasmos de su calidad sobre todo en el primer tiempo, en el que su equipo tuvo dificultades para doblegar a un conjunto ya eliminado y que jugó desprovisto de presiones.

El entrenador polaco Michal Probierz presentó una alineación bastante más ambiciosa que en sus dos primeros encuentros, en los que su elenco no solo había sido derrotado, sino que había mostrado una versión muy tibia y conservadora.

Esta vez, Sebastian Szymański y Kacper Urbański ayudaron a que no quedara tan aislado en ataque Robert Lewandoski, quien también volvió a ser titular tras recuperarse de una lesión muscular que lo había marginado del primer duelo frente a los neerlandeses y solo le había permitido jugar media hora contra los austríacos.

Más allá de las saludables intenciones de los hombres vestidos de rojo y de algunas flaquezas en el mediocampo francés, Les Bleus tuvieron el control del juego en el primer tiempo, aunque les costó quebrar a la firme defensa rival. Cuando lo consiguieron, se estrellaron contra la seguridad del arquero Lukasz Skorupski, quien neutralizó dos intentos de Mbappé y uno del inquieto Ousmane Dembélé.

“Para ganar, hay que convertir”, había sentenciado Didier Deschamps en la víspera de este encuentro. La enunciación de esa verdad de Perogrullo respondía a la principal falencia que su equipo había padecido en sus primeros dos compromisos: solo había celebrado un gol en 180 minutos y había sido cortesía del zaguero austríaco Maximiliam Wöber, autor de uno de los siete tantos en contra que ya se marcaron en esta Euro.