El español Rodrigo de Rato tomó por sorpresa a propios y extraños al anunciar su salida como director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la que concretará en forma efectiva a fines de octubre, después de la tradicional reunión anual del Fondo y el Banco Mundial, en esta capital.

Su renuncia "por motivos personales" alentó especulaciones sobre su futuro político en España, pero también sobre cómo se elegirá a su sucesor en el Fondo, un cargo que por tradición se reserva para los gobiernos europeos, a cambio de cederle la presidencia del Banco Mundial a Estados Unidos.

"Será un proceso [de selección] largo y penoso, eso puedo anticiparle", dijo una alta fuente del Fondo Monetario a LA NACION.

"Es impensable que el resto del mundo le ceda fácilmente a los europeos la prerrogativa de elegir solos al nuevo director gerente", afirmó.

Un primer consenso que tomó forma en Washington es que Asia, Africa e incluso América latina podrían presentar candidaturas para competir con la postulación europea, aunque las definiciones podrían tomar meses.

"El próximo director gerente no debe ser europeo, salvo que prevalezca por sus méritos en una competencia", comentó la fuente consultada, que confía en que el candidato o la candidata de la Unión Europea "no sea el único".

La reunión anual del FMI y del Banco Mundial se celebrará en Washington entre el 18 y 21 de octubre. La meta es que la sucesión esté definida para entonces. Pero no será sencillo.

Las potencias europeas -con Alemania, Gran Bretaña y Francia en primera línea- cedieron al reclamo de la Casa Blanca para colocar al norteamericano Robert Zoellick en el Banco Mundial después de forzar la renuncia de su polémico antecesor, Paul Wolfowitz. ¿Por qué aceptarían ahora que no rija más el reparto tradicional de cargos?

Pero, por otra parte, el Fondo sobrelleva un proceso de reforma de su representatividad para, en teoría, hacerlo "más democrático y la imposición de un europeo iría en contra de todo lo pregonado".

El proceso dependerá, en gran parte, de la posición que asuma la Casa Blanca. ¿Respetará la tradición, en pago por la aceptación de Zoellick? ¿O se vengará de la caída de Wolfowitz por la nada solapada presión de los europeos?

La nominación de otros candidatos también tendrá sus bemoles. En el caso de América latina, si presenta uno consensuado, deberá tener un perfil lo suficientemente "ortodoxo" o "reconocido" para que lo acepten las potencias del G-7.

Pero también deberá ser del agrado de gobiernos disímiles en México, Chile, Brasil, la Argentina, Colombia o Venezuela.