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Misterios sobre el brutal crimen del ex secretario de Cristina
Fabián Gutiérrez fue tortura durante varias horas y sospechan que los asesinos buscaban información clave. Su celular aún no se pudo abrir
3 de julio de 2021
En Santa Cruz era un secreto a voces que durante su años como secretario todo terreno de Cristina Kirchner, Fabián Gutiérrez pasó modesto vecino de santacruceño, a millonario con casa despampanante y rodeada de sofisticados medidas de seguridad en El Calafate.
Tras ser secretario privado de la presidenta durante sus dos mandatos, Gutiérrez tenía una fortuna inexplicable para su nivel de ingresos, como mucho de los que acompañaron la gestión kirchnerista.

Pero tal vez su punto débil empezó a gestarse cuando declaró como arrepentido en el caso más resonante de corrupción contra los gobiernos de sus ex jefes Néstor y Cristina. Buscaba una vida tranquila y alejada del ruido en El Calafate, Santa Cruz, donde estaba su familia, pero hasta allí lo siguió la muerte atroz. Hacía varios meses que ya era un blanco móvil, dicen los investigadores.

Las últimas horas con vida de Fabián Gutiérrez estuvieron signadas por golpes en diferentes partes del cuerpo, cortes de cuchillos y un estrangulamiento que, un año después del asesinato, no se sabe exactamente cómo ni con qué se produjo.

Durante esas cuatro horas en que lo mantuvieron cautivo en su propia casa, el ex secretario de Cristina Kirchner sufrió todo tipo de torturas, hasta que finalmente fue asesinado.

Aunque los tres jóvenes acusados de matarlo ya están detenidos y procesados por el caso, su homicidio sigue con varias preguntas aún sin respuesta. Y una notable cantidad de cabos sueltos y piezas que forman parte del contexto de su asesinato pero que no encajan en ninguna parte: un celular indescifrable, una camioneta a pocos metros de la escena del crimen que luego desaparece, la posibilidad concreta de un cuarto asesino que todavía no está identificado y una cantidad de situaciones extrañas y aún sin explicaciones.

Los tres jóvenes acusados esperan presos la fecha de comienzo del juicio. Están separados, en celdas de dos metros treinta por tres cincuenta y sin acceso a patios ni espacios comunes. Reciben pocas visitas. Facundo Zaeta (20 años) empezó a estudiar Derecho. Sus padres viven cerca de la comisaría de El Calafate donde está detenido (la seccional Segunda) y le llevan regularmente comida y ropa de abrigo.

Facundo Gómez (21) y Pedro Monzón (19) están presos en la comisaría Primera. Gómez fue padre estando en prisión. Monzón, que fue el primero en hablar y en indicar dónde estaba el cuerpo de la víctima, pasa sus días solitario y sin hablar con nadie.

La familia más cercana de Gutiérrez -todos vecinos de El Calafate- enfrentará un juicio por lavado de dinero.

Un año después, además de las acusaciones cruzadas entre los detenidos que ya no se hablan, la foto del expediente muestra varias entradas a un laberinto de misterios sin recorrer. Y hay, al menos, siete cabos sueltos bien marcados.

Según publicó la periodista Lucía Salinas en Clarín, esos cabos sueltos son:

1. El tesoro “escondido”

El nivel de violencia practicada soel cuerpo de Gutiérrez terminó en su muerte, pero parece claro que la larga sesión de torturas previas estaba destinada a que la víctima les diera información sobre algo. Si la obtuvieron o no, y si se la pasaron a alguien, sólo lo saben los asesinos. O alguno de ellos.

Aquel plan que pretendía hacerse de un tesoro quedó plasmado en un cuaderno. En él se escribió la noticia de una acusación contra Gutiérrez vinculada a la causa de los cuadernos de las coimas. Era un procesamiento del juez Claudio Bonadio, donde señalaba que el dinero que tenía y los bienes que conformaban el patrimonio del ex secretario de Cristina Kirchner, eran producto de la corrupción. El cuaderno tenía párrafos extraídos de una nota del diario Ámbito Financiero cuyo título hablaba de su procesamiento. Lo que ese cuaderno expuso es algo que en Comodoro Py la justicia había señalado: Gutiérrez era millonario y no podía justificar un patrimonio que en bienes ascendía a 900 millones de pesos. Su fortuna “terminó condenándolo de diversas formas”, dijeron a Clarín fuentes del caso.

Gutiérrez había entrado a trabajar con los Kirchner siendo dueño de un auto viejo. Cuando salió, tenía 36 inmuebles, 35 autos y 3 embarcaciones. “Buscaron la impunidad en el delito de robo, dado que la víctima los habría reconocido en algún momento al lograr soltarse cuando era torturado en el interior de la vivienda”, relató el juez cuando procesó por homicidio doblemente agravado a los acusados.

Todo fue confirmado por el juez de Recursos, quien dijo que las lesiones producidas en la víctima “no son el resultado accidental u ocasional del robo, como lo pretende hacer figurar la defensa”.

El patrimonio de Gutiérrez cobró otra relevancia en el caso. La justicia en Santa Cruz consideró que había “un plan desarrollado entre los imputados para llevar a cabo un robo tendiente a apoderarse de una suma de dinero en dólares que presuntamente tenía en su domicilio Fabián Gutiérrez”, que ya estaba procesado por lavado de dinero y, en paralelo, investigado en el caso de los cuadernos de las coimas.

El plan premeditado “se iba a concretar cuando estuvieran las condiciones dadas para actuar sobre seguro”, dice el procesamiento. Y agrega que “el objetivo principal no pudo ser concretado”.

Es decir, los asesinos no habrían encontrado el dinero -aunque dijeron que se llevaron 90.000 pesos o dólares, esa suma nunca apareciópero no queda claro si Gutiérrez alcanzó a pasar algún dato sobre el “tesoro” escondido y, en ese caso, si alguien distinto de los asesinos fue a buscarlo a alguna parte.

2. El teléfono “mudo”

Aquel 2 de julio, tras el crimen, a Gutiérrez lo llamaron incansablemente. Su madre fue la primera en detectar que algo no andaba bien. Fabián no respondía. Su celular -un iPhone con carcasa roja- fue arrojado en un descampado y luego hallado por la policía de la provincia de Santa Cruz y se convirtió en un misterio: transcurrido un año, nunca se supo qué había en aquel móvil, con quiénes había hablado el último tiempo, a quiénes les escribió, nada. Su teléfono se convirtió en uno “mudo”.

El área especializada de Gendarmería Nacional informó a la Justicia, en noviembre pasado, que no logró recuperar ni un solo dato del IPhone del ex secretario privado de Cristina Kirchner. El pedido de peritaje sobre el aparato tuvo dos momentos. El primero ocurrió cuando apenas dieron con el teléfono y aún buscaban dar con el paradero de Gutiérrez. Esa primera tarea la tuvo a cargo la Policía de la provincia de Santa Cruz. Horas después ya había tres detenidos en el caso y habían hallado semi enterrado el cuerpo en la casa que alquilaba uno de los sospechosos.

El segundo momento fue cuando se intentó analizar su contenido.

“Los tres jóvenes acusados del crimen esperan presos la fecha del comienzo del juicio celular de Fabián Gutiérrez no se pudo abrir, no se pudo recuperar su información”, confirmó el juez del caso, Carlos Narvarte.

Ahora el aparato será enviado a Estados Unidos para ser peritado y tratar de acceder a la información guardada en la nube digital. “Quizás nos permitiría dar con una trama detrás del caso que no conocemos aún, otros vínculos que podrían tener que ver con esto, los días previos al homicidio, movimientos. Es una prueba importante”, reconoció una alta fuente del caso.

Con este telón de fondo, la defensa de Zaeta, a cargo del abogado Carlos Telleldín, sostiene que “no se logró abrir el teléfono de Gutiérrez porque lo destruyeron, como se planteó hace tres meses y fue confirmado por el comandante de Gendarmería”. Desde un comienzo, los abogados del principal acusado se opusieron a la intervención de la Policía provincial, y ahora pidieron el apartamiento de esa fuerza en el caso.

3. Un arma homicida sin precisar

El plan de los asesinos comenzó el jueves 2 de julio a las 19.30, y el homicidio se habría cometido antes de las 23. Las torturas y los golpes, antes del homicidio, se prolongaron durante alrededor de cuatro horas.

Para la escena que le valió la acusación de homicidio agravado por alevosía, Facundo Zaeta se valió de “sus propias manos y otros elementos para torturarlo”.

Los elementos que utilizó el acusado fueron por un lado uno “punzo cortante ”con el que “le habría provocado intencionalmente cinco cortes en la zona del cuello”. Y el estrangulamiento ocurrió “con un lazo o con un elemento de similares características”.

Ahora, el juez Narvarte pidió más pericias “para saber si hablamos de una soga, un lazo u otro material, para que durante el juicio eso llegue clarificado”, explicaron fuentes del caso.

4. El misterio del cuarto asesino

El cuerpo apareció el 4 de julio semienterrado en una cabaña que alquilaba Facundo Gómez, uno de los procesados y detenidos por el crimen. Esa escena abrió una nueva línea de investigación: el posible encubrimiento. ¿Hubo más personas esa madrugada allí, tratando de enterrar el cadáver en la tierra congelada, dura como una roca? ¿Pudieron hacerlo sólo dos de esos chicos?

El otro dijo que se fue antes de llegar al lugar donde dejaron el cuerpo.

Pedro Monzón fue quien contó que el cuerpo estaba en la cabaña, y que lo habían dejado en un baño. Pero cuando llegó la Policía, siguiendo sus datos, lo encontraron semienterrado.

Si el joven dio el dato preciso del lugar donde estaba el cuerpo, ¿para qué mentiría cambiando una ubicación (el jardín de la casa) por otra (el baño)?

El juez investiga el posible encubrimiento del crimen, pensando que alguien pudo llegar tras ellos y cambiar el cadáver de lugar.

”Los responsables del homicidio ya sabemos quiénes son, pero no descartamos que alguien haya colaborado en esa etapa en la que se buscó enterrar el cuerpo”, dijo el juez a este diario.

5. El presunto testaferro

Una concesionaria en El Calafate se convirtió en otro eslabón de la causa. El dueño es Martín Gómez (padre del procesado Facundo Gómez) que está frente a un negocio de camionetas de alta gama.

El lugar fue allanado y se secuestró documentación, como libros de venta e información fiscal, para conocer movimientos de dinero, a quiénes les vendían, cómo se concretaban esas operaciones, las sumas de dinero involucradas. Se citaron a clientes de la concesionaria como testigos.

El juez Narvarte busca determinar si Gómez actuaba como testaferro de Gutiérrez, porque su agencia pasó de vender autos usados viejos a vender camionetas cero kilómetro de alta gama. Los propios amigos de Gutiérrez declaran en el expediente que la víctima se estaba dedicando “al negocio de los autos”.

La causa busca rastrear once camionetas RAM que pasaron por la agencia bajo sospecha, junto a otros vehículos de alta gama que contabilizan ventas por arriba de los 600.000 dólares. Las operaciones se habrían realizado en efectivo y ese “tesoro” pudo ser el que buscaban, posiblemente, los jóvenes que asesinaron a Fabián.

6. La camioneta “espía”

Otra camioneta se volvió una pieza del rompecabezas general. Es un vehículo de alta gama que estuvo afuera de la casa de Fabián Gutiérrez estacionada entre las nueve de la noche y las dos de la mañana: justo el momento en que torturaban a la víctima y se cometió el homicidio. Nadie hasta el momento pudo determinar por qué ese vehículo se ubicó allí, ni quiénes eran las tres personas en su interior que parecían estar esperando algo.

Este vehículo desapareció después de que los asesinos salieran de la casa de Gutiérrez con el cuerpo de la víctima en la caja. Allí mismo cargaron un cofre que encontraron en la vivienda y que no se sabe qué contenía.

7. Un extraño viaje al medio de la nada

Después de participar en el crimen de Fabián Gutiérrez, Facundo Gómez, el hijo del dueño de la concesionaria que creció de golpe, se fue en auto hacia la ruta que sale de El Calafate y luego dobló hacia el norte, camino a la localidad de El Chaltén. Allí se detuvo, en medio de la nada, durante dos horas. Y luego volvió a El Calafate.

Se ordenó realizar un estudio de geolocalización del celular de Gómez, que lo ubica en ese sitio -un paraje desolado llamado Charles Fuhr, a 35 kilómetros de la ciudad- pasada la una de la madrugada.

Era pleno invierno. Nieve y la estepa patagónica era lo único que había alrededor.

Mientras Gómez estuvo allí, recibió cuatro llamadas de Monzón (1.08, 1.10, 1.15 y 2.18), se comunicó con otros números y regresó a El Calafate, donde a la mañana siguiente ya no se hablaría de otra cosa que de la desaparición repentina de Gutiérrez.

¿Qué sucedió en ese paraje? ¿Por qué permaneció dos horas allí? ¿Escondió algo? ¿Fue a buscar algo que la víctima había escondido allí? ¿Se fue a encontrar con alguien para contarle lo que acababa de ocurrir o para pasarle los datos obtenidos de Gutiérrez mientras lo torturaban?

Son preguntas que aún el juez del caso busca responder.

Un año después, el crimen del ex secretario de Cristina Kirchner tiene tres responsables del homicidio que aún deben ir a juicio, pero una trama oculta con demasiadas preguntas abiertas. La vicepresidenta nunca dijo una palabra sobre el asesinato de quien había sido su colaborador más cercano. Y en vísperas de cumplirse el primer aniversario de su muerte, solo puso un tuit para hablar de otro aniversario: el de un plan de distribución de computadoras de su gobierno.