"Una ola de calor, prolongada, peligrosa e histórica”. Así definieron las autoridades de Vancouver la situación inédita que vive Canadá por el calor extremo sin precedentes. La ciudad tuvo 132 muertes súbitas por las altísimas temperaturas. Con 675.000 habitantes, pertenece al estado de Columbia británica, en el suroeste del país, casi en el límite con los Estados Unidos.
Los servicios de emergencia están recibiendo llamados desacostumbrados por la frecuencia y el motivo: En las últimas 24 horas, la policía de esa ciudad canadiense debió intervenir ante 31 llamados. Veintinueve de ellos, de extrema gravedad.

Desde el viernes pasado se produjeron 65 muertes súbitas en los hogares y hasta en la calle. El total de casos ya supera los 130 desde que comenzó esta ola de calor sin registros semejantes en la historia. El último récord de calor se dio en 1937 con 45° Celsius. Pero esta vez, el termómetro llegó a los 50 grados.

Las autoridades están actuando ante algo no esperado: "Este ha sido un aumento repentino y extremo de muertes repentinas en toda la ciudad".

El primer ministro del estado de Columbia británica, John Horgan, declaró: "Esta es una ola de calor sin precedentes, con récords que se rompieron día tras día- Alentamos a la población a tomar todas las medidas posibles para protegerse".

"Nada puede aliviar el dolor de perder a un ser querido, ya sea por una ola de calor sin precedentes o por cualquier otra causa", publicó en su cuenta de Twitter.

El cuerpo humano esta "diseñado" para funcionar correctamente con temperaturas entre 36 y 37,5º C.

Cuando son más altas, comienzan las complicaciones. Como mecanismo de defensa, para perder temperatura, el cuerpo se libera del calor principalmente a través del sudor, aunque la respiración y el incremento en el ritmo cardíaco también pueden expulsarlo.

Pero si el calor persiste, con temperaturas tan elevadas, más sudor se libera e incrementa el riesgo de deshidratación.

En situaciones de calor extremo, el organismo comienza a luchar para poder enfriarse, lo cual puede dar lugar a espasmos musculares, agotamiento y golpes de calor.

Si el cuerpo humano no consigue bajar su temperatura comienza el riesgo de experimentar fallas orgánicas -como en los riñones, ritmo cardíaco y alteraciones cerebrales-, que pueden culminar en la muerte.

Cuantos más días se mantienen esas temperaturas peligrosas para la vida, mayores son los riesgos.