"Habrá COVID-26 y COVID-32 a menos que comprendamos plenamente los orígenes del COVID-19", advirtió Peter Hotez, profesor de pediatría y virología molecular y microbiología de la Universidad de Baylor (Texas, Estados Unidos), y uno de los principales expertos en el virus.

El pedido de que se investigue a fondo el origen de la pandemia -como lo encargó el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, a las agencias de inteligencia-, es otro de los muchos realizados por expertos y políticos para determinar si el coronavirus se originó en un laboratorio de Wuhan, China, en 2019, y en qué condiciones.
El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, también declaró que ya no está completamente convencido de que el coronavirus se haya originado de forma natural, al sugerir que podría haber sido diseñado genéticamente.

Desde marzo de este año, varias informaciones hicieron que los expertos soliciten que se siga investigando el origen del virus.

El antiguo director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, Robert Redfield, declaró en marzo que seguía pensando que el coronavirus se había escapado del Instituto de Virología de Wuhan.

Al mes siguiente, un equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pasó un mes en Wuhan investigando el origen del coronavirus y dijo que una fuga de laboratorio era "extremadamente improbable".

Sin embargo, la OMS admitió que no pudo acceder al laboratorio de China y que no se le facilitaron los datos en bruto.
The Wall Street Journal informó que tres investigadores del laboratorio de Wuhan habían enfermado y acudido al hospital con síntomas parecidos a los del COVID-19 en noviembre de 2019, un mes antes de que China -fuertemente cuestionada por el manejo de la información- dijera que había detectado su primer caso.