A pesar de que los contagios de coronavirus baten nuevos récords cada día, el presidente Alberto Fernández teme que ya no haya margen en la sociedad para tolerar más encierro
El presidente Alberto Fernández y su equipo afrontan otra vez la disyuntiva de qué hacer con el confinamiento dispuesto para tratar de frenar la segunda ola, mucho más mortal que la primera, de contagios de coronavirus, que vienen batiendo récord tras récord, con más de 41.000 casos en el último informe difundido, y un colapso en la ocupación de camas de terapia intensiva en distintos puntos del país.
El último parte del Ministerio de Salud arrojó 41.080 casos, la cifra más alta registrada hasta ahora.
La mayor cantidad se registró en la provincia de Buenos Aires (15.550) y en CABA se llegó a 3.093. Con este número, Argentina superó a España y quedó décimo en el ranking global de casos.Hasta la mañana de este viernes, el Gobierno mantendría su decisión de suspender el confinamiento el lunes próximo. Y retomarlo luego en la modalidad de cierres intermitentes. Pero todo cambia minuto a minuto, en medio de la desorientación y el stress provocada por una pandemia que no da tregua en la Argentina, y que también golpea con fuerza provincias claves como Córdoba y Santa Fe.
Los 41.080 nuevos casos registrados ayer, en el sexto día del confinamiento estricto dispuesto por Alberto Fernández, generaron preocupación en el Gobierno, que analiza cómo seguirán las restricciones para bajar la curva de contagios a partir de este domingo 30 de mayo, cuando según el decreto de necesidad y urgencia, vigente hasta el 11 de junio, finaliza la etapa de aislamiento duro.
Pese a la alarma que implica una suba sensible luego de los feriados en los que se habían registrado cifras por debajo de los 25 mil casos, en el Gobierno aseguran que la hoja de ruta trazada por el Presidente en el DNU "no se va a cambiar" y que "no está en análisis" replicar la próxima semana una cuarentena fuerte.
Tras una reapertura este lunes 31, el decreto ya prevé un cierre estricto para el fin de semana del 5 y 6 de junio, y sólo flexibiliza las restricciones para actividades laborales: mantiene la limitación de la circulación nocturna, la prohibición de las reuniones sociales y el listado de esenciales que puede viajar en transporte público. "Sabíamos que los contagios no iban a bajar de un día para otro y que probablemente siguieran creciendo porque hoy estamos viendo lo que pasó hace dos semanas y sabemos que recién en ese tiempo vamos a ver cuánto efecto generó este cierre", explican de la Casa Rosada.
Si bien se observa en la calle mucha gente circulando, e incluso numerosas personas sin siquiera llevar tapaboca, el Gobierno sostiene que "en general, vemos que la medida se está cumpliendo y que hubo una baja fuerte en la circulación”.
Con este panorama, a partir del próximo lunes volverá a regir el semáforo epidemiológico con los mismos parámetros y la correspondiente suspensión de actividades que contiene el proyecto de ley para manejar la pandemia que Fernández impulsa en el Congreso. Ese esquema, que divide al país en materia sanitaria por zonas -alarma y alto riesgo epidemiológico, y riesgo medio y bajo- de acuerdo a la ocupación de camas UTI o la incidencia de casos de los últimos 14 días, entre otras variables, es el que el Gobierno va a respetar “salvo -aclaran- cuando haya que pegar un martillazo”.
Ante el desgaste social luego de un año y medio de pandemia y el escaso margen económico, el Gobierno decidió apelar a la estrategia de cierres fuertes intermitentes, por tiempos cortos, para evitar desbordes.