Mauricio Macri se jugará el domingo su segundo intento por llegar al Ejecutivo porteño, luego de perder en la segunda vuelta electoral de 2003 y de consagrarse
como primer diputado nacional por la Ciudad dos años más tarde.

Tímido, en especial cuando lo aborda mucha gente, Macri encabezó una campaña basada en apariciones breves y nunca multitudinarias, estructurada bajo la premisa de "proponer, proponer y proponer", de la que sólo se apartó en contadas oportunidades.

El líder de centroderecha surgió de un imperio económico familiar y su primer desafío en las urnas fue en 2003, luego de haber encabezado desde 1996 la gestión más exitosa de Boca Juniors, de la que gusta ufanarse intentando trasladar su fama de
buen administrador al terreno político.

"En nuestra gestión, Boca pasó de 12 millones de dólares de patrimonio neto a casi 200", suele decir.

Además, intentando cubrir su poca experiencia en la administración pública, es común que exhiba los conocimientos que cosechó trabajando en casi todos los andariveles del emporio familiar, que abandonó cuando comenzó su carrera política.

Elegante y de apariencia cuidada, Macri suele usar zapatos marrones con traje azul, último permiso que la moda dispensó a los hombres. Además, es uno de los exclusivos habitués del balneario uruguayo de Punta del Este.

La fortuna de la familia Macri fue construida por su padre, Franco, quien en alguna oportunidad expresó elogios hacia el presidente Néstor Kirchner, a pesar de que su cuarto hijo intenta posicionarse como líder de la oposición al Gobierno nacional.

Franco Macri, además, enfrentó duros cuestionamientos -que durante la campaña alcanzaron a Mauricio- por el explosivo crecimiento de sus empresas, incluso durante la dictadura.

El titular de PRO hizo de la inseguridad uno de sus caballitos de batalla, ubicándose cerca del ingeniero Juan Carlos Blumberg o del candidato presidencial Ricardo López Murphy, identificados con el reclamo de mano dura.