En ese Estado, donde se encuentra Miami, hubo un récord mundial de 15 mil casos en 24 horas. Igual, los veraneantes se siguen apilando en las playas
Algo funciona mal enla cabeza de miles de estadounidenses. Primero fueron las marchas anti mascarillas en distritos de sur, como Alabama, y ahora los amontonamientos en las playas de Miami, la ciudad que acaba de batir un récord mundial de contagios de coronavirus, con más de 15 mil casos en las últimas 24 horas.
Para tener una idea de lo que ese nivel de casos de Covid representa, ni Italia, ni España ni Nueva York llegaron a tener, en el peor momento, semejante cantidad de casos nuevos en apenas un día.
Pero los estadounidenses sigue casi como si nada, y hasta organizan absurdas fiestas donde la convocatoria es temeraria: invitan a un infectado de coronavirus y todos bailan a su alrededor en un intento frenético por contagiarse. El que lo logra, se lleva un pozo de dólares al que todos contribuyeron.
Algo así como la locura llevada a su máxima expresión, teniendo en cuenta que si bien quienes participan son jovenes, y en teoría tienen mayor protección frente al SARS-Cov-2, una vez que se contagian pueden permanecer sin síntomas durante varios días, en los que siguen contagiando a familiares, amigos y conocidos.
Pero el caso de lo que ocurre en las playas de Florida pasará a la historia de las pestes como uno de los mayores absurdos de la humanidad.
Es que al calor del sol sobre la arena, la gente se amontona sin respetar distanciamiento social alguno, y lo mismo ocurre en el mar. Según el recuento del Departamento de Salud de Florida, ya hay 269.811 contagios y 4.242 muertes por la enfermedad, 45 en las últimas 24 horas.
Playa, sol, bares, música, jóvenes, fiestas y diversión: todos los tradicionales atractivos de Florida se convirtieron súbitamente en un cóctel de terror.
La difusión de estos números alarmantes sucede un día después de la polémica reapertura de los parques de Walt Disney World en Orlando -resistida por parte de sus trabajadores- y cuando el gobernador del estado, Ron DeSantis, alineado con el presidente Donald Trump, busca liberar las restricciones por la pandemia y se niega a exigir a los ciudadanos el uso obligatorio de barbijos. A pesar de las noticias que preocupan, en un domingo de sol, con una sensación térmica de 36 grados, la gente se ha volcado a las playas.
Si bien no se ven las masas de personas que los fines de semanas solían copar la arena, aún hay jóvenes que bajan al mar a juntarse y escuchar música en Miami Beach y a familias con niños en las playas más del norte. Casi no hay turistas extranjeros y los locales ahora son los que más se atreven a desafiar al virus.
Según datos del Departamento de Salud, 15.299 personas dieron positivo a la prueba de Covid19 este domingo, para llegar a un total de 269.811 casos y más de 4.200 muertes. El récord previo de positivos lo tenía California (11.694) hace cuatro días y Nueva York (11.571) el 15 de abril. Si Florida –con 21 millón de habitantes-- fuera un país, ocuparía hoy el cuarto lugar en el mundo con el mayor número de casos diarios, por detrás del mismo Estados Unidos, Brasil e India.
Las cifras se dieron a conocer al final de una desalentadora semana que superó récords en el estado del Sol, con 514 fallecimientos. Este domingo se reportaron más de 45 muertes.
Si bien Florida se ha convertido en uno de los epicentros mundiales de la pandemia, no es un caso aislado: las infecciones por el virus están aumentando en unos 40 estados de Estados Unidos en las últimas dos semanas. Las tasas de positivos y las hospitalizaciones crecen más allá de Florida, en Arizona, California, Texas y Carolina del Sur. Cuando el virus se extendía por el noreste del país, Florida permanecía en mayo con una situación controlada y la curva parecía haberse aplanado. Por eso el gobernador DeSantis decidió reabrir gran parte de la economía del estado. Pero en pocas semanas el rebrote comenzó y se llegaron a picos inéditos.
Los expertos en salud han señalado como causa al relajamiento de las medidas, pero sobre todo al poco cumplimiento de la distancia social: los bares explotaban de jóvenes sin barbijos que charlaban y bailaban pegados y las fiestas y reuniones sin controles se extendieron por todo el estado. Lejos de Miami, en los lugares más conservadores, del interior del país, la reapertura de las iglesias también funcionó como foco de contagio ya que muchos se resisten a usar máscaras durante las misas o encuentros. Si bien la cantidad de testeos ha aumentado, como argumenta el gobernador, menos del 5% de las pruebas daban positivo hace un mes. Pero en la última semana, el promedio diario de positivos excedió el 19% y en algunos casos, como en Miami Dade, alcanzaron picos de 33% en un día.
Todo puede agravarse más aún: debido al aumento de casos y tasa de positivos, los médicos han pronosticado un aumento de muertes, al afirmar que la tasa de mortalidad usualmente suele crecer entre dos y cuatro semanas después a medida que se agrava la salud de algunos de los infectados y suben las chances de muerte.
Las contradicciones entre funcionarios complican las estrategias antivirus. El gobernador DeSantis no obliga al uso del barbijo, de la misma manera que el presidente Trump se resiste a utilizarlos, aunque el sábado se lo vio por primera vez con uno durante la visita a un hospital. La ministra de Salud, Betsy DeVos, se paseó este domingo por los programas de televisión instando a que las clases comiencen habitualmente en septiembre, como si nada pasara. Por otro lado, el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, dio marcha atrás con algunas medidas, obligó el uso del barbijo en lugares cerrados e impuso el toque de queda de 22 a 5 de la mañana.
Además, los expertos en salud también están preocupados porque las personas se reúnan en grandes grupos y miran con alarma la organización de la Convención Nacional Republicana, que nominará a Trump como candidato, y que se llevará a cabo en agosto en Jacksonville, al norte de la Florida.
Trump y los gobernadores republicanos buscan abrir el país a toda costa y tratar de “normalizar” sus distritos para revivir la economía y están urgidos ante los comicios presidenciales de noviembre.
El jefe de la Casa Blanca busca su reelección y Florida es un estado clave en el mapa electoral. De hecho, Trump estuvo el viernes en Miami y se reunió con militares y líderes hispanos.
A pesar de que aterrizaba en uno de los focos más peligrosos de la pandemia, nunca utilizó barbijo.