Mucho de ese dinero está en cajas de seguridad o directamente en el "colchón". Y la mayor parte no está declarada ante el Fisco. Mezcla de evasión con desconfianza en el peso
Los argentinos desconfían totalmente, y con razón, de la estabilidad de su moneda. Pero también hicieron un culto a la evasión a lo largo de décadas. Y eso se traduce en números que muy pocos países del mundo tienen. En depósitos en el exterior, bancos locales y billetes en "colchones" y cajas de seguridad, acumulan un récord de 222.807 millones de dólares, declarados o no ante la AFIP, de acuerdo con los datos del INDEC del primer trimestre de este año.
Son 72.254 millones más que los que había a fines de 2015. Y 150.043 millones más que en 2006.
Durante el primer trimestre de este año esa acumulación no se detuvo ya que creció en U$S 1.850 millones: pasó de U$S 220.957 millones en el cuarto trimestre de 2019 a los US$ 222.807 millones.
El grueso de ese monto son billetes en cajas de seguridad o en el colchón, declarados o no.
Ese total no incluye bonos y acciones en moneda extranjera y tampoco las propiedades que los argentinos tienen el exterior. Si se consideran esos activos de las empresas argentinas y de argentinos suma 322.636 millones de dólares, un total casi similar a la deuda pública nacional que al 31 de marzo era de US$ 323.381 millones. Esos depósitos y billetes bajo el colchón se alimentaron de la dolarización y “fuga de capitales” que, a su vez, se financiaron con los excedentes del comercio exterior y con más deuda.
Por esa razón hay una correlación muy estrecha entre dolarización, fuga, valor del dólar, activos en el exterior y crecimiento de la deuda pública, explica el periodista Ismael Bermúdez, en Clarín.
Entre 2007 y 2011, la dolarización (“formación de activos externos”) totalizó US$ 79.007 millones, alimentada por la crisis internacional de 2008/09 que tuvo un impacto negativo en la Argentina, y por la crisis con el campo. Justamente para frenar el drenaje de divisas que en los dos años previos había sido récord (más de US$ 30.000 millones), el gobierno de Cristina Kirchner impuso en octubre de 2011 -tras obtener la reelección- el “cepo cambiario”.
La fuga aminoró pero se mantuvo activa porque los dólares fuera del sistema siguieron aumentando a través de la venta oficial de “dólares-ahorro”, que luego se volcaban al circuito paralelo del “dólar-blue” y otros mecanismos («contado con liqui») en dirección al colchón o al exterior, incluyendo paraísos fiscales.
Este drenaje de ahorro nacional se financió con los dólares que ingresaron por los excedentes del comercio exterior y con más deuda, en especial con el Banco Central y organismos públicos, mientras se declamaba el “desendeudamiento”. La deuda pública (interna y externa) pegó un fuerte salto: a fines de 2001 el endeudamiento público era de US$ 141.300 millones. Tras el canje de 2005 bajó a US$ 125.400 millones y a fin de 2015 estaba en US$ 240.665 millones, casi el doble.
Durante el gobierno de Mauricio Macri (2016/2019) la dolarización y fuga de capitales alcanzó la friolera de los US$ 86.199 millones que se financió con más deuda, incluida la contraída con el FMI. En esos cuatro años la deuda pública aumentó en US$ 82.400 millones: pasó de U$S 240.665 millones a US$ 323.065 millones, colocando a la Argentina virtualmente en cesación de pagos, no sin antes imponer un cepo cambiario. Luego de las elecciones presidenciales de octubre el cepo se reforzó habilitando la compra de tan solo 200 dólares por mes por persona. Ese mes compraron 2.556.000 personas. A comienzos de año aminoró pero en abril fueron 1.200.000 y en mayo pasado volvieron a repetir la compra 2.400.000 individuos.
En tanto, el valor del dólar oficial y los dólares alternativos siguieron hacia arriba. En diciembre de 2010, el dólar oficial cotizaba a $ 4. A fines de 2015 a $ 13,40 y en 2019 cerró a $ 62,99. El miércoles cerró a $ 74, más el recargo del 30%, mientras el dólar blue ronda los $ 128.