En "Mr. Brooks", uno de los últimos héroes casi inmaculados de Hollywood, se pone en la piel de un asesino serial que no puede evitar su peligrosa adicción al crimen
Por Sebastián Martínez
La historia fue escrita para siempre (aunque quizás no por primera vez) por Robert Louis Stevenson a fines del siglo XIX. Se llamó “El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde” y trataba sobre un aplicado investigador médico británico que tomaba una pócima que dejaba salir de sí su parte más violenta, más cruel y más malvada. Desde entonces hasta ahora, la trama fue reiterada infinidad de veces con mayor o menor suerte. Su última versión se titula “Mr. Brooks”, es una película y es protagonizada por Kevin Costner.
Para el propio Costner encarar este filme, donde encarna a un empresario modelo, un esposo dedicado y un padre ejemplar, que tiene una inevitable adicción: el asesinato serial. El actor es habitualmente visto en papeles heróicos como el que le dio fama en “Danza con lobos”, el honesto fiscal de “JFK”, o el mismísimo Eliot Ness de “Los intocables”. Es cierto que cada tanto interpreta a un alcohólico (“Enredos de amor”), a un vanidoso ex deportista (“El campo de los sueños”) o a un estafador (“3.000 millas al infierno). Pero nunca había llegado tan lejos en su camino al lado oscuro.
En “Mr. Brooks”, Costner interpreta a Earl Brooks, un exitoso empresario que hace dos años que no asesina, pero empieza a sentir el irrefrenable deseo de volver a mancharse las manos de sangre. Su perversión va más allá, Brooks no sólo mata a sus víctimas. Luego las coloca en diversas posiciones y las fotografía sólo por el placer que le produce hacerlo.
Por supuesto, Brooks es también un criminal brillante, alguien que no deja cabos sueltos, un obsesivo y prolijo asesino serial que sabe limpiar todo rastro de sus homicidios, de modo tal que éstos no empañen la otra mitad de su vida, la que lleva como hombre de negocios y padre de familia. Nuestro villano no hace el trabajo por sí sólo: lo acompaña Marshall, un personaje imaginario, real sólo en la mente del asesino y con la cara de William Hurt, que lo tienta a seguir adelante con su sanguinario hobbie y lo aconseja para que lo haga de modo correcto.
El precario equilibrio de la vida de Brooks, por supuesto, está a punto de quebrarse. Al cometer su último doble asesinato ha olvidado cerrar las cortinas de la habitación. Y alguien lo vio disparando sobre los cuerpos de las víctimas. Pero nada es tan sencillo en este filme dirigido por Bruce Evans. El fisgón no querrá denunciar al asesino, sino sumarse a su carrera criminal.
Del otro lado, otro regreso inesperado. Nada menos que Demi Moore, quien (en un papel más acorde con sus 44 años) será la investigadora policial encargada de descubrir la identidad del famoso asesino serial. No le será nada sencillo, claro.
Con estos nombres, “Mr. Brooks” reedita la vieja fábula sobre el hombre que tiene un lado tan malevolente como oculto y lo pone en clave de thriller policial. Los resultados están lejos de ser brillantes, pero el filme tiene lo que se necesita para mantener al espectador en la butaca durante los 120 minutos, disfrutando de una obra con muchísimo oficio y tantas vueltas de tuerca como hagan falta para no dejar de sorprender hasta el final.
De hecho, lo único que realmente sobre en “Mr. Brooks” es la última secuencia. Si le resultara posible, coloque su cronómetro al comenzar la proyección y escápese de la sala tres minutos antes del final. Es el mejor modo de ver una película realmente “redonda”.