El fútbol inglés estudia prohibir los cabezazos en ligas infantiles
La medida se tomaría luego de que un estudio reveló que los futbolistas tienen más posibilidades de sufrir enfermedades neurológicas, Alzheimer y Parkinson que el resto de la población
28 de diciembre de 2019
En el fútbol, los centros, los cabezazos y hasta los choques de cabezas son habituales en los partidos.
Pero la reiteración de los golpes y sus consecuencias sobre la salud de los jugadores es un tema que preocupa. “¿Podría ser peligroso este hermoso juego?”, se preguntó el ex futbolista inglés Alan Shearer en La demencia, el fútbol y yo, un documental de investigación -emitido por la BBC en 2017- que buscó esclarecer la conexión entre el deporte más popular del planeta y las enfermedades neurodegenerativas.
Dos años después, un estudio realizado por la Universidad de Glasgow confirmó esa relación y derivó en que la Premier League analice prohibir los cabezazos en las divisiones infantiles.
Shearer, de 49 años, fue el personaje ideal para protagonizar el programa. Con 260 tantos, es el máximo goleador en la historia de la liga de Inglaterra. De ese total, una quinta parte los convirtió de cabeza. “Cada uno de esos goles lo practiqué más de mil veces durante los entrenamientos”, sentenció.
En busca de respuestas, Shearer visitó a la hija de Jeff Astle, el ex centrodelantero de West Brom que falleció el 19 de enero de 2002. “Tenía 59 años cuando murió, pero parecía de 159”, aseguró Dawn, su hija. “En los últimos años de su vida no nos reconocía. Apenas hablaba”, agregó. Astle había marcado 168 goles en su carrera y más de la mitad habían sido de cabeza. Diez meses más tarde, un magistrado dictaminó que su muerte había sido producto de “su trabajo”. En 2014, el neuropatólogo Willie Stewart revisó el cerebro del delantero y afirmó que tenía lesiones similares a las de un boxeador. Además, le diagnosticó encefalopatía traumática crónica (ETC), una degeneración cerebral asociada con los traumatismos craneales reiterados.
Justamente a raíz del “caso Astle”, el Grupo de Enfermedades Cerebrales de la Universidad de Glasgow realizó el estudio científico revelador sobre el daño que ocasiona el fútbol en el cerebro de los deportistas.
La investigación, que fue financiada por la Federación Inglesa (FA) y el Sindicato de jugadores ingleses (PFA), examinó los cadáveres de 7.676 jugadores escoceses nacidos entre 1900 y 1976 y los comparó con 23.058 personas con características similares. La conclusión fue alarmante: los futbolistas tienen 3,5 más de posibilidades de sufrir enfermedades neurológicas que el resto de la población. En concreto, son cinco veces más las probabilidades de padecer Alzheimer, cuatro veces más las de adquirir esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y el doble de contraer Parkinson.
“En comparación con el choque entre dos cascos de fútbol americano, cabecear una pelota de fútbol podría parecer inocuo. Sin embargo, recientes investigaciones apuntan a que la reiteración de leves golpes en la cabeza puede lesionar el cerebro a un nivel profundo y molecular”, le explicó a Clarín, Juan Sorondo, miembro del Departamento de Neuropsicología del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y miembro del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
“En 2015, investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard, en Estados Unidos, encontraron una relación entre la cantidad de años de profesión del futbolista y la disminución de su rendimiento cognitivo. Eso quedó evidenciado en pruebas de habilidades visoespaciales (capacidad para representar, analizar y manipular objetos mentalmente), de velocidad de procesamiento, de ejecución (planificación y organización) y de memoria visual”, agregó Sorondo.
Según el periódico británico The Telegraph, la Premier League “notificó a los 20 clubes de Primera División que están considerando tomar medidas” luego de la publicación del elocuente informe. Además, la Football Association anunció el pasado jueves 19 de diciembre que buscarán “disminuir la exposición general a los encabezados” y optimizar el protocolo para tratar las conmociones cerebrales, introduciendo una sustitución temporal que permita una evaluación más detallada del jugador afectado.
Por su parte, Ipek Tugcu, abogado del equipo de lesiones cerebrales de la compañía Bolt Burdon Kemp, fue tajante respecto de la “reacción relajada” del ambiente del fútbol: “No entiendo qué razón hay para la demora, especialmente dado que aparentemente reconocen que hay un problema”.
Ante la espera de la nueva reglamentación, el club inglés Bournemouth ya tomó cartas en el asunto: eliminó los remates de cabeza en las divisiones infantiles. “Sus cerebros aún se están desarrollando. Queremos cuidar a la próxima generación”, dijo Eddie Howe, director técnico del equipo.
“Existen estudios que sugieren que niños y adolescentes necesitan más tiempo que un adulto para recuperarse de un trauma cerebral, además demostrar que sus músculos del cuello no están lo suficientemente desarrollados como para absorber el impacto que se genera al cabecear la pelota. Esto puede-potencialmente-causar daños. Hay que recordar que la corteza frontal del cerebro se termina de formar al finalizar la adolescencia”, señaló Sorondo.
Estados Unidos fue pionero. Desde 2015, esa norma rige para todos los menores de 10 años. Es entendible: la población norteamericana fue testigo de un fenómeno similar en el fútbol americano.
En 2005, el doctor Bennet Omalu publicó un hallazgo sorprendente: descubrió encefalopatía traumática crónica en el cerebro del ex jugador fallecido Mike Webster. Lejos de convertirse en un héroe, la NFL lo desacreditó y ocultó las secuelas que la acumulación de conmociones cerebrales dejaba en los deportistas.
Con el paso de los años, la situación se tornó ineludible. Las demandas por depresión, migrañas, demencia y violencia, entre otras cosas, comenzaron a multiplicarse entre los profesionales más reconocidos. Otros tantos no aguantaron el padecimiento y se suicidaron.
Para el 2011, Ann McKee, neuropatóloga de la Universidad de Boston, encontró encefalopatía traumática crónica en 87 de los 91 ex jugadores fallecidos (el análisis sólo puede hacerse post mortem) que examinó.
Frente a ese panorama, la Liga Nacional de Fútbol Americano arregló un pago de mil millones de dólares para casi 5.000 deportistas retirados que acusaban desde 2011 a la NFL de haber escondido los peligros que conllevaba el deporte.
En 2017, la revista médica JAMA presentó un informe que no dejó dudas: 110 de 111 ex jugadores de fútbol americano tenían encefalopatía traumática crónica. Es decir, un 99%.
La Premier notificó a los 20 clubes de Primera que están considerando tomar medidas.