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21 de noviembre de 2024
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Iglesia alemana dice que es "normal" la homosexualidad
En un sínodo local, los obispos proponen cambios de fondo, como la paridad de las mujeres y el fin del celibato obligatorio. Escala la pelea con los ultraconservadores pero no buscan enfrentar al Papa
22 de diciembre de 2019
En un giro imprevisto, la poderosa iglesia católica de Alemania consideró que la homosexualidad es "normal", en abierto desafío a los conservadores de la curia, y esperando una señal del papa Francisco.

Un Sínodo local, iniciado este mes y que durará dos años con medidas progresistas a la vanguardia en la Iglesia, amenaza revolucionar el catolicismo mundial y agravar los conflictos con los sectores más conservadores y tradicionalistas, creando dificultades política para el papa Francisco, garante de la unidad de 1.200 millones de bautizados.

Los obispos alemanes pretenden un “camino sinodal vinculante” y han unido en el proceso al Comité Central Católico alemán, la principal asociación de laicos, cuyo líder es el profesor Thomas Stemberg.

Los laicos reclaman permitir el sacerdocio de las mujeres, entre ellas las 14 mil monjas, el fin del celibato obligatorio para los 13.285 sacerdotes y hasta bendecir el matrimonio gay en las 10.045 parroquias.

Hace mucho tiempo que la treintena de obispos germanos quiere los cambios.

La razón fundamental es que la Iglesia alemana envejece y se desinfla, pierde continuamente fieles.

Quedan 23 millones de católicos, que eran 42 millones en 1950, en un pais de 80 millones de habitantes, el más poblado de Europa Occidental.

Suman el 27,7% de los habitantes. Los protestantes también se reducen drásticamente en el país de Lutero. Son 21.1 millones, el 25%, en tanto los germanos que se proclaman “sin religión”, son el 34%.

Los Sínodos son instrumentos para las reformas. El problema es cuánto avanzar sin causar fracturas. Esta es una concreta advertencia que el mismo Papa les ha lanzado a los obispos de la riquísima Iglesia alemana, que influye por tanto mucho en las iglesias más pobres, a las que brinda una generosa ayuda.

La mayoritaria ala progresista de la Iglesia germana ha demostrado siempre una gran sintonía con Francisco y no trabaja en favor de un cisma, como afirman los ultraderechistas conspiradores, pero tampoco está dispuesta a ir detrás de los problemas del Papa “cerrando los ojos”.

“No será Roma la que nos dirá qué debemos hacer”, afirma un laico militante.

El cardenal Rainer María Woelki reflexionó que “el dilema es si quieren un cisma o alzar la apuesta para obtener una mayor autonomía doctrinal”.

El líder de la oposición a la Iglesia que lidera el poderoso cardenal Reinhard Marx, ex guardián de la ortodoxia católica hasta que el Papa lo quitó como “ministro” para la Doctrina de la Fe, es el cardenal y teólogo de nota, Gerhard Mueller. Acusa a sus obispos compatriotas de “querer casi refundar la Iglesia Católica, un acto de soberbia”.

Mueller acusa al Concilio Vaticano II (1961-1965) de ser culpable de abatir las barreras que "protegían la doctrina y la moral, provocando un relajamiento en el reclutamiento y formación del clero, en una sociedad cada ver más permisible”. Mueller es discípulo del Papa emérito germano Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, número uno de los teólogos ortodoxos de la Iglesia. Retirado en un convento en los jardines vaticanos, Ratzinger publicó una carta en abril que causó enorme revuelo.

“El contexto de liberación de la moral, produjo en veinte años, entre los 60 y 80, que las normas de la sexualidad fueran completamente arrasadas”, afirmó el Papa emérito en su carta, originada en el debate por los escándalos por abusos sexuales en la Iglesia.

Francisco bendijo la iniciativa del “camino sinodal” (los alemanes no nombran la palabra Sínodo para no dramatizar las cosas), enviando una carta a su amigo el cardenal Marx, que es también miembro del Consejo de los seis cardenales que aconsejan al Papa en la reforma de la Curia y el coordinador económico del Consejo para la Economía del Vaticano.