El maíz se ha convertido en el segundo cultivo en volumen y valor global de la cosecha nacional, desplazando al trigo y por detrás de la soja, por lejos el principal rubro de exportación del país.

Y esto, a pesar del fuerte aumento de la superficie sembrada en los Estados Unidos, largamente el principal productor mundial.

Es que los precios del cereal están un 35 por ciento por encima del nivel que exhibían a esta altura del año pasado. Este dato es clave.

Con una cosecha récord de 22 millones de toneladas (7 más que el año pasado), el valor total de la cosecha de maíz en el país es de unos 3.000 millones de dólares. Sólo se consumen internamente 7 millones de toneladas, la mayor parte en los mismos establecimientos rurales, donde se emplean como alimento para el ganado.

Dos tercios van al mercado internacional, sin elaboración alguna, aportando 2.000 millones de dólares, el doble que un año atrás. Así, alcanzará el 5% del total de las exportaciones. Y también se duplica la recaudación por retenciones (20% del valor de exportación), que pasan de 200 a 400 millones de dólares.

Lo que más llama la atención es que las cotizaciones se mantienen firmes, a pesar de que los cultivos, cuya implantación se inició hace un mes y termina esta semana, se están desarrollando de manera extraordinaria y mucho mejor de lo que esperaban los analistas de la Bolsa de Chicago, donde se forman los precios.

Pero lo que prevalece es la presión de la demanda, reforzada por la expansión de la industria del etanol, un biocombustible que se abre paso velozmente a partir del aumento de los precios del petróleo. Se estima que en la próxima campaña se destinará el 30% del maíz a la producción de etanol.