Con goles de Salah, de penal al minuto de juego, y de Origi cerca del final, los Reds vencieron 2 a 0 al equipo de Pochettino y conquistaron el máximo certamen europeo después de 14 años.

El Liverpool volvió a levantar la Orejona catorce años después de conquistar su última Champions, en la memorable final que ganó en los penales en 2005 al Milán tras remontar un 0-3 en contra.

En un partido que comenzó con un emotivo minuto de silencio por la muerte del internacional español José Antonio Reyes en un accidente de tráfico, el ganador empezó a dibujarse pronto.

Un balón levantado en el área por Sadio Mané, lo interceptó Moussa Sissoko con el brazo, sin que el árbitro dudara en señalar la pena máxima, que Salah se encargó de transformar (2) para alegría de los miles de aficionados Reds presentes en el Metropolitano madrileño.

Disparos desde fuera del área de Sissoko (10) o Christian Eriksen (45) muy desviados fueron las únicas propuestas del equipo de Mauricio Pochettino, en la primera parte.

Con el paso de los minutos, el partido empezó a romperse y en los últimos 20 minutos, el Tottenham, sin nada que perder se volcó sobre la portería contraria.

Pero, entonces, Origi cazó un balón en el área para soltar un disparo cruzado que se colaba en la portería de Lloris poniendo el definitivo 2-0.