El sueño de Del Potro chocó contra una pared. Lo destrozó una máquina, un jugador al que no hay que dejarle un mínimo resquicio porque una vez que toma las riendas no las suelta más. El número uno del mundo, Rafael Nadal, en su superficie favorita, el polvo de ladrillo, y en su torneo fetiche, Roland Garros, fue una vara demasiado alta para el argentino.
Más allá de la derrota contundente 4-6, 1-6, 2-6 (en 2h14min de juego) Delpo se va de París con la cabeza en alto y el premio de volver al puesto número cuatro del ranking.