"Yo fui parte del problema, yo causé esto y pido perdón", fueron las palabras del pontífice ante víctimas de abusos sexuales en Chile
"Yo fui parte del problema, yo causé esto y pido perdón", dijo el Papa a Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, tres emblemáticas víctimas de abusos sexuales cometidos en Chile, a los que hospedó durante varios días en Santa Marta para compartir el dolor, escuchar y pedirles formalmente disculpas.
Las tres víctimas brindaron una conferencia de prensa en la Sede de la Asociación de la Prensa extranjera, y se mostraron muy emocionadas por sus "reparadores" encuentros -individuales y uno grupal- de los últimos días con Francisco, a quien hallaron "increiblemente receptivo, atento y empático durante las largas horas de conversación". Encontraron además al Papa "verdaderamente y profundamente dolido" por su error de percepción de las cosas en Chile y, como habían adelantado, le reclamaron "acciones concretas" y "medidas drásticas" para terminar para siempre con la cultura del abuso sexual, el abuso de poder y del encubrimiento en la Iglesia. Algo que, en una declaración pública que leyeron al principio del encuentro, calificaron como crímenes y corrupción que no se agotan en Chile y una "una epidemia que ha destruido miles de vidas de niños, niñas y jóvenes" en todo el mundo.
"Con el Papa hablamos mucho y de varios temas. Nunca vi a alguien tan dolido cuando pide perdón como él: el Papa fue muy solemne, estaba también muy emocionado y me dijo 'yo fui parte del problema, yo causé esto y te pido perdón'", contó Cruz, que confesó que entonces rompió en llanto. Como Hamilton y Murillo, sus compañeros de lucha desde hace más de diez años, Cruz fue víctima de los abusos perpetrados por el sacerdote pedófilo Fernando Karadima hace más de 30 años, pero también del encubrimiento de obispos vinculados con él, como el de Osorno, Juan Barros.
"Le conté al Papa que no sólo Juan Barros, sino también Andrés Arteaga, Tomislav Koljatica y Horacio Valenzuela (obispos de Karadima) vieron cómo Karadima tocaba y abusaba de jóvenes", dijo Cruz, ante una pregunta.
El caso Barros marcó a fuego la visita del Papa a Chile, en enero pasado, y fue el detonante del giro radical que tuvo Francisco en el manejo del escándalo de abusos que sacude a este país. Desde 2015, cuando lo designó al frente de la diócesis de Osorno, Francisco respaldó a Barros contra viento y marea. Rechazó dos veces su renuncia y tildó de "calumniadores" a las víctimas como Cruz, Hamilton y Murillo que lo acusaban de haber encubierto los abusos de Karadima. Al regresar de Chile, las cosas cambiaron.
"Cuando regresó a Roma de Chile, el Santo Padre no volvió victorioso porque se dio cuenta del desastre que había sido la visita y de las mentiras de la Conferencia Episcopal chilena. El Papa habló con algunas personas y decidió enviar una misión especial a Chile", explicó Cruz, ante una pregunta sobre el giro de 180 grados de Francisco. Cruz, de hecho, aseguró que fue el informe realizado por su enviado especial a Chile, el máximo experto en abusos, monseñor Charles Scicluna, lo "que le abrió los ojos al Papa, que estaba mal informado".
Tras ese informe, fruto de entrevistas con más de 64 testimonios -entre los cuales las tres víctimas luego invitadas al Vaticano-, el Papa escribió una carta a los obispos chilenos en la que pidió perdón, admitió haberse equivocado en su percepción, también debido a información no veraz y equilibrada y adelantó que tomaría medidas "de corto, mediano y largo plazo" para intentar reparar el escándalo. Y convocó al Vaticano primero a las víctimas y, a partir del 14 de este mes, a los 33 obispos chilenos.