En un operativo sin precedentes liderado por la marina de los Estados Unidos, la Argentina intentará un desesperado intento de hallazgo y rescate del submarino ARA San Juan, del cual no se tienen noticias desde hace una semana.
Estados Unidos puso a disposición lo mejor de la tecnología disponible en una de las flotas más importantes del planeta. El despliegue es gigantesco y se multiplican escenas que parecen salidos de una película de Hollywood: planos sobre volquetes, reuniones en grupos, indicaciones personalizadas, grúas que cargan las herramientas en el gigante barco noruego de 93 metros de largo “Skandi Patagonia” y órdenes a contra reloj marcaron el ritmo de una jornada que los propios operarios del puerto no podían creer. Se sacaban selfies y filmaban las escenas.
“Si bien lo tenemos entrenado e hicimos ejercicios en muchas ocasiones, no existe antecedente de un hecho similar”, dice a Clarín el capitán del operativo, Michael Eberlein. Rubio, espalda ancha, voz gruesa y campera militar, el hombre no titubea: “Tenemos la mejor tecnología”. El buque cuenta con cuatro vehículos sumergibles no tripulados que son manejados por control remoto y una sonda de gran alcance que servirá para intentar localizar al submarino.
Si eso ocurre, bajarán a las profundidades una cámara de rescate presurizada (que es una especie de minisubmarino) que se pegará al ARA San Juan y permitirá el rescate de los submarinistas argentinos. De a seis por viaje, en una operación que será algo similar a lo que ocurrió con los mineros chilenos en 2010.
Gabriel Attis, capitán de navío que forma parte de la Armada Argentina dijo que van "con la ilusión de poder encontrarlos sanos y salvos”. Es una de las 100 personas que forman el equipo de la misión. No fue nada fácil la preparación de la operación. El administrador del puerto, Favio Cambareri contó a este diario que cuando los marinos estadounidenses pusieron un pie sobre Comodoro, solicitaron un montón de elementos que consideraban clave para salir a altamar: “Nos preguntaron dónde podían conseguir aspiradoras, cantimploras que resistan la presión del mar, mantas impermeables, redes para sujetar objetos. Estaba todo cerrado por el feriado y tuvimos que llamar a los dueños de los locales que los abrieran. Les explicábamos que teníamos a militares de uno de los mejores ejércitos del mundo, que tenían que comprarle algunas cositas”.