Las derivaciones de los números alterados de la inflación oficial no tienen fin.

La obsesión del Gobierno por intervenir en las cifras de inflación no sólo obedece a la necesidad de ocultar un fenómeno que castiga el bolsillo de la población. También responde a la premisa de mantener las cuentas encarriladas en un año electoral, donde se está verificando un importante salto en el gasto público. El dato no es menor para un presidente como Kirchner, celoso guardián de las arcas públicas.

En los primeros cuatro meses del año el Indice de Precios al Consumidor (IPC) que divulga el Indec arroja una suba del 3%. Sin embargo, las estimaciones privadas dan cuenta de una inflación que se ubicaría en las inmediaciones del 5,5%. El estudio Bein & Asociados calculó que en los primeros tres meses del año la inflación "sin intervenciones" llega al 4,4%. Si a esto se le agrega un 1% que esperaban los analistas para abril se obtiene 5,5%.

La diferencia entre este 5,5% y el 3% de inflación oficial es lo que permite un ahorro de $ 4.210 millones para el Gobierno, teniendo en cuenta que 42% del total de la deuda argentina está indexada por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), un índice que replica el comportamiento del IPC.

Este ahorro del Gobierno tiene como contracara las ganancias que dejan de percibir los bonistas, que aceptaron los títulos públicos que ofreció la Argentina en el canje bajo la esperanza de que con ello lograrían cubrirse ante la eventual suba del costo de vida. Por cada punto de inflación que evita el Gobierno los bonistas se pierden $ 1.684 millones.

El manejo de los índices de inflación tampoco redunda en beneficio de los consumidores, ya que los precios suben aunque el Gobierno lo niegue.

Según datos del Ministerio de Economía, la deuda total del sector público asciende a u$s 129.604 millones. De este monto, 42% (alrededor de u$s 54.349 millones) está en pesos indexados por CER. Cabe destacar que la manipulación de la inflación minorista no reporta para el Gobierno menores pagos en lo inmediato sino un flujo de desembolsos a largo plazo que ahora crece a un ritmo inferior al previsto.

Pero el ahorro que logra el Gobierno también puede depararle una complicación en el mediano plazo, en la medida que por los "ruidos" en el Indec los mercados le exijan a la ministra de Economía, Felisa Miceli, un mayor costo para financiarse. El bono Descuento en pesos (principal título indexado de la Argentina) cotizaba a $ 155 por lámina de $ 100 nominales antes de que se desatara el escándalo en el Indec (a mediados de enero) y cayó a $ 150, porque el rendimiento que piden los inversores para tomar este título es mayor.

Los economistas que participan en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que organiza el Banco Central esperan para mayo una inflación de 0,6%. Claro que esta estimación perdió parte de su sentido original, dado que los analistas ahora intentan predecir que inflación "va a decretar" el Gobierno en vez de intentar estimar la real evolución del costo de vida.

Según los datos que divulgó el viernes el Indec, la inflación de abril fue del 0,7% impulsada por las subas en las verduras (7,1%), la ropa (3,3%), las cuotas de los colegios (2,5%), y los alquileres (1,9%). Nuevamente surgieron datos sospechosos. A pesar de los feriados de Semana Santa y del 2 de abril (Malvinas), los precios del sector turismo cayeron 3,1% respecto de marzo y 12,6% en relación al mismo mes del 2006. Además, siempre según el Indec, la carne subió apenas 0,2% en abril y los lácteos (pese al desabastecimiento) sólo 1,9%. En tanto, la canasta básica alimentaria aumentó 0,1% en abril y se ubicó en $ 428,2 mensuales.