Con señales positivas de cara al futuro inmediato pero sin demasiado brillo, el seleccionado argentino le ganó hoy por 1-0 a su par de Brasil en Melbourne, Australia, en el debut de Jorge Sampaoli como entrenador.
El gol que Gabriel Mercado anotó a los 44 minutos del primer tiempo marcó la única diferencia entre un equipo argentino que mostró una versión ambiciosa en el capítulo inicial y otra un tanto más conservadora en el complemento, y un conjunto brasileño que, sin Neymar, se quedó sin un invicto de nueve juegos.
Ambos equipos salieron al campo de juego del estadio Melbourne Cricket Ground con la premisa de ejercer una presión alta e impedir la salida prolija de su rival.
Argentina propuso hacerlo de manera constante y allí estuvo una de sus principales virtudes, porque durante varios pasajes consiguió ahogar a su rival, apoyándose en el compromiso de todos sus intérpretes para recuperar el balón.
Brasil, por su parte, prefirió elegir los momentos adecuados para apretar al conjunto de Sampaoli en la salida, y acentuar su atención sobre Lionel Messi y Paulo Dybala, ambos con poca gravitación en el desarrollo del juego.
De esa manera, la velocidad de Angel Di María por el costado izquierdo se transformó en el arma principal del elenco argentino, sobre todo en el primer tiempo. A los 5 minutos, el rosarino tuvo la oportunidad de abrir el marcador prematuramente, pero su zurdazo desde un ángulo cerrado, ingresando por izquierda, se estrelló en el palo derecho de Weverton.
El equipo de Sampaoli no tuvo facilidades para asociarse ni para juntar la línea de conducción, conformada por Ever Banega y Lucas Biglia, con la de creación, compuesta por Messi y Dybala. Mucho menos conexión con sus compañeros tuvo Gonzalo Higuaín, ausente en el circuito de juego.
Así, Messi tardó 18 minutos en poder recibir y girar en soledad en campo adversario, y a Argentina se le dificultó construir nuevas acciones de riesgo concretas sobre el arco brasileño, después de aquella de "Fideo", hasta más allá de la primera media hora.
Brasil, más práctico para atacar, utilizando solo un tiempo para combinar, llegó por primera vez a los 17 con un derechazo de media distancia de Renato Augusto que se fue por encima del arco de Sergio Romero, y tuvo la más clara cuatro minutos después, cuando Felipe Coutinho demoró una definición mano a mano ante el arquero argentino tras una gran escapada de William por izquierda, y permitió el cruce oportuno de Nicolás Otamendi.
Desde allí hasta el final del primer capítulo, Argentina dispuso mayormente de la pelota pero profundizó poco. De hecho, su siguiente aproximación al arco rival fue una volea con la que Di María sorprendió a Weverton, quien rechazó al córner.
Dybala, con apenas un puñado de asociaciones con Messi, tuvo su única chance a los 42 con un remate a colocar que se fue ancho, pero Argentina se encontró con el gol dos minutos después, cuando Mercado estuvo en el momento preciso y en el lugar indicado para empujar la pelota a la red, tras un cabezazo de Otamendi que dio en el palo izquierdo y que dejó sin chances a Weverton.
Sampaoli decidió salir a jugar el complemento sin una referencia de área, con el ingreso de Joaquín Correa por Higuaín. Argentina, que lejos estuvo de abastacer al centrodelantero titular, apostó a buscar un socio hasta allí ausente para Messi y Dybala.
Sin embargo, el intento no prosperó: Dybala fue reemplazado por Guido Rodríguez y el elenco albiceleste apostó definitivamente a esperar, sobre todo luego de pasar el mayor sofocón del encuentro, a los 16 minutos, cuando la fortuna jugó a su favor por duplicado e impidió la llegada de Brasil a un empate que hubiera puesto justicia en el resultado.
Es que Gabriel Jesús picó al espacio entre los centrales, recibió un pase filtrado exquisito e hizo todo bien a excepción de la definición, porque su remate dio en el palo izquierdo con el arco a su merced. En el rebote, el que hizo temblar el arco y la victoria argentina fue William.
Argentina, que apenas contó con un débil remate de Correa como aproximación hasta el final del encuentro, se quedó finalmente con un triunfo cuyo valor descansa tanto en la magnitud del rival, que ya aseguró su pasaje a Rusia 2018, como en la importancia que puede tener desde lo anímico para los últimos cuatro partidos de una Eliminatoria adversa.
Por lo pronto, el martes, sin Messi, Sampaoli tendrá su segundo compromiso como entrenador del seleccionado argentino el martes frente a Singapur en ese país asiático, para después sí pensar en el crucial duelo del 31 de agosto ante Uruguay en el estadio Centenario de Montevideo.