Jeff Jones se retiro de la empresa y también lo hizo un vicepresidente. A sus problemas de regulación se sumó una denuncia de Google
Jeff Jones, el presidente de la empresa de transporte Uber, renunció a su cargo.
Había ingresado a la empresa para mejorar la imagen de la marca, pero ahora explicó que sus “creencias e ideas sobre el liderazgo” no coinciden con lo que vio y experimentó en la compañía. Uber vive meses difíciles. A principios de marzo, la empresa anunció que buscaba a un jefe de operaciones, un cargo cuyas responsabilidades venían siendo cubiertas parcialmente por Jones, quién ya no estará.
También se retiró el Vicepresidente de Mapas y Negocios, Brian McClendon. Luego de trabajar 10 años en el departamento de mapas de Google, se pasó a Uber hace casi dos años y ahora volverá a su barrio de origen, Kansas, Estados Unidos, para dedicarse a explorar la posibilidad de iniciar una carrera política.
Estan en juicio contra Alphabet y en medio de un escándalo por obstrucción de la justicia.
Ya son varios los ejecutivos que se fueron de Uber, incluidos el Jefe de Inteligencia Artificial, Gary Marcus, y el Vicepresidente de Producto, Ed Baker.
Esto es debido a que la empresa se encuentra en una situación delicada, con dos frentes abiertos: un juicio contra Alphabet, la empresa madre de Google, por un supuesto robo de la tecnología de navegación autónoma y un escándalo por el uso de un software llamado “Greyball” que la empresa usa para evadir a los reguladores en ciudades donde se encuentra prohibido el servicio.
En primer lugar, Waymo, la división de vehículos autónomos de Google, presentó una demanda contra Uber donde dicen que la tecnología que usan fue diseñada a partir de propiedad intelectual robada. Acusan a tres ex-empleados de Waymo de llevar secretos comerciales a Uber y le pidieron al juez que prohíba que usen la tecnología hasta que se resuelva el caso.
En cuanto a Greyball, el escándalo comenzó luego de que el New York Times publicara una nota titulada “Cómo Uber burla a las autoridades del mundo”, donde describen cómo la empresa identifica a posibles agentes reguladores, les muestra un mapa falso e informa a los conductores para que estos cancelen el viaje.
Este software comenzó como una manera de evitar a las personas que violaban los términos y condiciones de la aplicación, pero se convirtió en parte de una práctica que en la mayoría de los países podría ser considerada como obstrucción de la justicia.