Macri se reunió en privado al menos dos veces con el ex ministro de Economía, lo que hizo inesperadas las críticas que lanzó durante esta semana
El presidente Mauricio Macri y el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna mantuvieron reuniones en privado al menos dos veces semanas atrás, en la residencia de Olivos, a salvo de miradas indiscretas. El motivo fue que al presidente le interesaba conocer su opinión sobre la marcha de la economía y las medidas adoptadas por el Gobierno.
En un encuentro estuvo el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger. El otro fue entre Macri y Lavagna a solas. Los amigos de Lavagna dicen que el punto de vista que escuchó Macri siempre fue crítico. Pero esa cercanía buscada en aquellos encuentros de Olivos hizo que al Gobierno le sorprendiera más de la cuenta la acidez de las últimas declaraciones del ex ministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner y actual aliado político de Sergio Massa.
Lavagna dijo, entre muchas otras cosas, que “este modelo requiere endeudamiento y termina en un colapso”. Así tituló el diario La Nación este lunes la entrevista realizada por el periodista José del Río. El tono de los cuestionamientos de Lavagna venía subiendo. Pero esta vez mencionó los “modelos de ajuste con retraso cambiario” y dijo que “el actual modelo se identifica cada vez más con el final del gobierno de Cristina Kirchner”. Demasiado, incluso para la tolerancia, amor y felicidad que pregona Macri evangelizando a sus funcionarios y seguidores.
La polémica se encendió enseguida. El propio Macri pensó en responderle. Con buen criterio, alguien lo contuvo. El que se anotó con entusiasmo fue Alfonso Prat Gay, quien comparte con Lavagna un encono que viene desde los tiempos del kirchnerismo, cuando uno era ministro de Economía y el otro presidía el Banco Central.
Lavagna había timoneado con éxito la salida de la gran crisis de comienzos de siglo, una vez que el trabajo sucio de la devaluación lo hubiese hecho su antecesor Jorge Remes Lenicov. Que Prat-Gay haya salido de la trampa macroeconómica que dejó Cristina sin graves daños es algo que no debe haber mejorado aquellos recelos mutuos.
Con el conflicto expuesto Massa, a quien Macri llama “el jefe político de Lavagna” sólo para irritar a Lavagna, salió en defensa de su aliado. Si se mira en profundidad, defendió más a la persona que a sus opiniones. Pero ese detalle quizás pasó sin dejar huella.
Algunos allegados acudieron alarmados a Lavagna, a quien resulta extraño ver en una posición beligerante que lo ponga a tiro de opiniones críticas. La respuesta que escucharon fue que lo que dijo en público se lo había dicho antes a Macri en privado. Y que como sus opiniones no fueron tomadas en cuenta se sentía en plena libertad de darlas a conocer.
En el Gobierno aseguran que Lavagna en realidad propone una maxi-devaluación inviable social y políticamente. El propio Macri ha dicho a su equipo más cercano que el ex ministro añora el tipo de cambio que encontró después de aquella devaluación de Duhalde y Remes Lenicov, cuando se puso proa a la rápida recuperación de la economía. Según Macri, aquel dólar del 2002 trasladado a valores actuales rondaría los 30 pesos, casi el doble que hoy.