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Ballottage francés
El conservador Sarkozy y la socialista Royal disputarán la segunda vuelta el 6 de mayo. La derecha irá con ventaja porque su candidato fue el más votado en los comicios
22 de marzo de 2007
El conservador Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal fueron los candidatos más votados en la primera vuelta de las presidenciales francesas este domingo y
disputarán el 6 de mayo la segunda ronda de estas elecciones consideradas históricas y cruciales para el futuro del país.

Según resultados todavía provisionales difundidos por cuatro institutos de sondeos, Sarkozy, de 52 años, obtuvo entre un 29,5 y 30% de los sufragios, seguido de Royal, de 53 años, con entre 25,1 y 26,3%, en esta primera jornada de votaciones marcada por una altísima participación, que rondaría el 84%.

"Quiero unir a todos los franceses en torno a un nuevo sueño de Francia", declaró Sarkozy tras conocer su victoria. El candidato de la UMP (derecha en el poder) consideró que los franceses desean elegir "entre dos proyectos diferentes de sociedad" y pidió a su adversaria "un verdadero debate de ideas" en la campaña para la segunda ronda.

Por su parte, Royal pidió a todos los franceses que "desean reformar Francia sin brutalizarla" que voten por ella el 6 de mayo.

"Me dais la responsabilidad de librar el combate para que Francia se levante y recupere su optimismo", declaró la aspirante socialista el domingo, estimando que en dos semanas "Francia elegirá un nuevo destino y un nuevo rostro".

Reunidos en París, los partidarios de los dos finalistas estallaron de júbilo al conocer los resultados de esta elección, que generó un gran entusiasmo en Francia y atrajo las miradas de toda Europa.

Sin embargo, la jornada fue amarga para el centrista François Bayrou, de 55 años, que soñaba con pasar a la segunda vuelta pero tuvo que conformarse con la tercera posición al conseguir entre 18,2 y 18,8% de los votos.

No obstante, esta cifra es tres veces superior a la obtenida por el candidato en 2002, cuando no llegó al 7% de los sufragios.

"Siete millones de personas han votado por un cambio. La política francesa no volverá a ser como antes", aseguró Bayrou, refiriéndose a sus electores.

Sin duda el gran derrotado de la noche fue el líder de la extrema derecha Jean Marie Le Pen, que deseaba repetir su proeza de 2002, cuando pasó a la segunda vuelta de las presidenciales, pero se vio relegado a una cuarta posición, con un 11% de los votos.

"Creía que los franceses estaban lo suficientemente descontentos pero me equivoqué", lamentó Le Pen, de 78 años, que se presentaba por quinta vez a unas presidenciales.

Sin embargo, tanto Bayrou como Le Pen se convierten en árbitros cruciales de la segunda vuelta donde podrán usar su influencia y sus votos en favor de uno de los dos finalistas.

Los otros ocho candidatos que se presentaban a estas elecciones no pasaron en el mejor de los casos del 5% de los votos. Tres de las aspirantes de izquierda radical, la líder de Lucha Obrera, Arlette Laguiller, la comunista Marie-George Buffet y la
ecologista Dominique Voynet, ya pidieron a sus votantes que apoyen a Royal el 6 de mayo.

Por su parte, los partidos de extrema derecha anunciaron que sus votos "no están en venta".

Las apuestas quedan así abiertas para el duelo final en el que según los sondeos Sarkozy sería más fuerte que Royal, primera mujer con posibilidades reales de ser presidenta de Francia.

El 6 de mayo, todo opondrá a los dos finalistas. Será la batalla de un hombre contra una mujer, de la derecha contra la izquierda y sobre todo de dos formas diferentes de entender el poder.

De cara a la segunda vuelta, Sarkozy, que durante su campaña no ocultó su deseo de conquistar al electorado de la extrema derecha y del centro, deberá armonizar sus polémicas propuestas sobre inmigración o seguridad con una imagen más conciliadora y serena.

Por su parte, Royal, que presentó un proyecto de "democracia participativa" y se jacta de ser la única que ha escuchado a los franceses, tendrá ante sí el reto de unir sin fisuras a todos los socialistas y demostrar que está a la altura del puesto al que aspira, pese a los pasos en falso dados durante su campaña, sobre
todo en materia de política internacional.

Independientemente de quien se proclame vencedor, una nueva generación de quincuagenarios asumirá el poder tras estas elecciones, que pondrán fin a 40 años de carrera política de Jacques Chirac, que llegó a la presidencia en 1995.

El nuevo presidente de Francia tendrá ante sí la ardua tarea de reactivar la economía comenzando por una férrea lucha contra el desempleo y la reducción del poder adquisitivo, modernizar un Estado obsoleto, sacar al país del clima de crisis social y estancamiento en el que se encuentra y dar un impulso a la construcción europea que los franceses paralizaron en 2005.