Hoy cumpliría 80 años le inolvidable Mercedes Sosa, la cantante nacional que no podemos olvidar. Una artista única que dejó una obra inconclusa
Nació con la patria y eso la marcó para toda la vida, porque Mercedes Sosa sintetizó un doble movimiento: el que propulsó la integración de las músicas de provincias con los sonidos de Buenos Aires y el que la convirtió, a partir de una actitud desprejuiciada, en una figura universal sin resentir los fundamentos de la música de raíz.
Nació en Tucumán el 9 de julio de 1935, donde despuntó desde niña su oficio de cantora, macerado por su condición de origen: descendiente de calchaquíes, hija de un obrero de la industria azucarera y una lavandera.
En 1962 Sosa lanzó su primer álbum, “La voz de la zafra” a instancias del músico Ben Molar, que convenció a los directivos del sello RCA. Ocho canciones de Oscar Matus- Armando Tejada Gómez: (entre ellas, “La zafrera” y “Zamba de los humildes”) prefiguraban lo que iba a ser el Movimiento del Nuevo Cancionero, formado al año siguiente.
Sintetizó un doble movimiento: el que propulsó la integración de las músicas de provincias con los sonidos de Buenos Aires y el que la convirtió, a partir de una actitud desprejuiciada, en una figura universal sin resentir los fundamentos de la música de raíz Con pulso de vanguardia, con vocación por rebelarse ante el manual de repeticiones que imponía el canon folclórico y a partir de la convicción de cantar con fundamento, el Movimiento del Nuevo Cancionero fue una propuesta integradora de las músicas argentinas, empujado por Mercedes, Matus, Armando Tejada Gómez y Tito Francia.
Proponían “la búsqueda de una música nacional de raíz popular, que exprese al país en su totalidad humana y regional”, según el documento fundacional firmado el 11 de febrero de 1963 en el Círculo de Periodistas de la ciudad de Mendoza.
"Canción con fundamento” (1965), el segundo disco de Mercedes –para entonces ya separada e instalada en Buenos Aires-, expresaba aquella apuesta.
Las reseñas biográficas de Mercedes enfatizan su irrupción en la quinta edición del Festival de Folclore de Cosquín, en 1965, introducida por Jorge Cafrune en su espacio y en la última noche, a pesar de ser resistida por la organización a raíz de su adhesión al Partido Comunista (aunque se sostienen otras versiones del hecho).
Cantó sola con su caja “Canción del derrumbe indio”, del compositor tucumano Fernando Iramain. Fue ninguneada por los medios de entonces, pero no por el público, que la ovacionó. Esa actuación le allanó el camino para grabar su tercer disco, “Yo no canto por cantar”
Luego la historia es más conocida, jalonada por la popularidad y algunos discos memorables, como el homenaje a Violeta Parra registrado en 1971.
Censurada por la dictadura cívico-militar (1976-1983), se exilió en Europa, donde prosiguió con su trabajo con grandes figuras iberoamericanas de la canción. Tras su regreso a Argentina en los ’80 su sonido se atrevió al tango, el jazz y el rock.
Su último trabajo fue “Cantora: un viaje íntimo” (2009), en el que interpretó 34 canciones a dúo con otros tantos artistas latinoamericanos. Falleció el 4 de octubre de 2009 a raíz de una disfunción renal que agravó una crisis respiratoria.
Mercedes Sosa será homenajeada mañana a las 21 en la sala La Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner en un concierto titulado “Traigo un pueblo en mi voz", en referencia al disco homónimo que editó en 1973.
Aquella ambición estética que simbolizó Mercedes Sosa, renovadora e integradora de tradiciones musicales, todo a un mismo tiempo, permanece inconclusa, desconocida por la industria de medios. Pero aquellos músicos que sí la sostienen, lo hacen edificando sobre su herencia musical. No es un dato menor.