El documental de Silvia Di Florio y Gustavo Cataldi es una muestra cálida y profunda de una familia dedicada a la pasión de hacer acordeones
Por Roberto Aguirre Blanco, de la redacción de Asteriscos.TvTener la experiencia de ver el documental “Anconetani” no es solo adentrarse a una historia familiar y al culto a una tarea artesanal de construir acordeones míticos, es también vivir el fresco de una saga de inmigrantes, de su amor a la historia de sus genes y al compromiso de amor a los sueños.
Conocer a Nazareno, el hijo de Giovani Anconetani, aquel inmigrante italiano que llegó hace más de un siglo (1912) como representante de los tradicionales acordeones Paolo Soprani, que ya construía en su país, es dejarse seducir por un relato muy cálido.
El querible Nazareno nunca estuvo en Loreto la tierra natal de sus padre, pero fueron para él y sus hermanos, tan fuertes las imágenes que les contó este hombre que es como si hubieran nacido allí, en ese pueblo, que marca el sello familiar.
Tras la primera Guerra mundial, cuando las importaciones ya no eran moneda corriente, Giovanni decidió construir sus propios acordeones y dejar el sello de su propio apellido en instrumentos que tuvieron identidad propia.
“Me acerque a esta historia cuando terminé de filmar el documental de Raúl Barboza y tuve la suerte de conocer a Nazareno Antonetani, ya que sus acordeones eran tocados por al protagonista del filme. Con sus 80 años a cuesta y una calidez única me hicieron sentir que había una rica historia para contar con sus anécdotas”, contó la directora Silvia Di Florio a Asteriscos.Tv
“Sentí también—continuó la realizadora—que había un montón de relatos muy chiquitos, muy personales y valores muy profundos, esenciales para el alma, que merecían estar en un documental y eran para mi un verdadero desafío poder plasmarlo en imagines”.
Di Florio junto al codirector, Gustavo Cataldi, lo lograron creces al construir un documental lleno de sensaciones y clima que, como ya dijimos, supera el mero relato de una familia de luthiers.
Es también una manera de conocer , con un ojo muy inquieto, la antigua casa familiar del barrio de Chacarita donde funciona el taller, el negocio de venta de instrumentos y el Museo del Acordeón, que atesora instrumentos centenarios.
De pronto la historia de los acordeones Anconetani son un fresco de una manera de vivir la vida en un país tan particular como es el nuestro y mostrar a la vez una familia con características únicas.
El oficio que ya demuestran en el documental Di Florio y Cataldi, con varios logros en sus espalda, se le suma la riqueza de una historia de vida entrañable