El gremio que conduce el jefe de la CGT oficialista arranca sus negociaciones salariales. Se habla de un 32% pero si suben el mínimo de ganancias podrían negociar por menos
Con el Impuesto a las Ganancias en el centro de las miradas, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) comenzará esta semana a negociar el aumento salarial que recibirán sus asalariados este año.
Tironeado entre sus bases, que reclaman importantes subas para compensar la inflación, y el Gobierno, que aspira a que las negociaciones no se desborden, se encuentra el titular de la CGT oficialista, Antonio Caló.
Este lunes, dirigentes metalúrgicos mantendrán una reunión preliminar con las cámaras empresarias. Un anticipo de lo que será el encuentro oficial de este miércoles en el Ministerio de Trabajo.
El gremio ya adelantó su reclamo: un incremento de 32% a cobrarse en dos cuotas. Como alternativa, proponen cobrar un bono no remunerativo de $2.000 hasta junio para esperar a que escampe el panorama y recién entonces negociar el porcentaje anual.
Caló anticipó a sus dirigidos que estaría dispuesto a aceptar una cifra que esté por debajo del 30% sólo si el gobierno concreta una modificación en el Impuesto a las Ganancias.
Si lo hiciera, muchos de sus afiliados podrían recibir en sus bolsillos un porcentaje del aumento que de otra forma se vería retenido. Esa cifra debería además estar acompañada por un importante pago no remunerativo.
En lo que va del año, el gobierno nacional ya dio una pista de cuál es la suba salarial que está dispuesto a convalidar: entre febrero y marzo, los sindicatos de maestros acordaron recibir un incremento de 27 por ciento, acompañado por la duplicación del fondo de incentivo docente y otros beneficios. Esa cifra intentará ser llevada a otras negociaciones.
Por su rol de titular de la CGT oficialista, la negociación que lleve adelante Caló fijará la pauta. Pero el sindicalista metalúrgico deberá hacer un delicado equilibrio: ya la semana pasada debió otorgar libertad de acción a sus bases para que pudiesen adherir al paro nacional de los gremios de transporte y sus rivales de la CGT de Hugo Moyano. Nadie quiere cerrar una mala negociación ante sus dirigidos.