Omitir, omitir, para ver si el tema se olvida. Esa fue la estrategia elegida por ahora por la presidenta Cristina Fernández para hacer frente como puede a la decisión del fiscal Gerardo Pollicita de imputarla por el delito de encubrimiento en la causa AMIA a partir de la información reunida por el fallecido Alberto Nisman.

Fernández reapareció en un acto en El Calafate -su lugar en el mundo- pero no habló de su imputación ni sobre la muerte del fiscal fallecido hace prácticamente un mes. Con calzas negras, zapatos bajos y una camisa fucsia, saludó y descubrió la placa del nuevo Anfiteatro del Bosque, donde la esperaron con una bandera que sonó a rancia: "Ningún Braden más, Cristina es Patria", rezaba un cartel, a pesar de que la presidenta evita nombrar a Juan Perón.

"Esto es también para que no nos roben la alegría, porque como dice la placa, ningún pueblo triste puede vencer, por eso quieren ver tristes a los pueblos", señaló, aunque no aclaró a qué sector se refería ni tampoco en qué basa la supuesta alegría de la gente.

Dueña de buena parte de lo más valioso en El Calafate, dijo que "estar aquí es un sueño muy largo, no podíamos hacer la fiesta en cualquier lugar sino algo acorde al crecimiento y desarrollo de la ciudad".

La obra tuvo un presupuesto superior a los $5,5 millones con fondos nacionales provenientes del ministerio de Planificación Federal. El anfiteatro anunciado por Fernández en febrero de 2013, cuenta con capacidad para 20.000 personas y una superficie de 29.798m2.

El Calafate contará con uno de los anfiteatros más grandes de la Patagonia.