Adiós al gran actor Alfredo Alcón
Murió a los 84 años tras una larga pelea con el cáncer. Se va una gloria del cine y el teatro que tuvo varios momentos históricos en su carrera
11 de abril de 2014
Considerado uno de los actores más prestigiosos de la escena nacional, Alfredo Alcón murió hoy a los 84 años, tras dar una larga batalla contra el cáncer.
Estaba en su casa, confirmó su amigo personal Jorge Vitti.
Trataba de recuperarse de una operación de gran magnitud a la que había sido sometido hace cuatro meses en La Trinidad.
Fue protagonista de una de las películas más taquilleras de la historia del cine argentino, Nazareno Cruz y el lobo, en 1975, bajo la dirección de Leonardo Favio. También tuvo un rol principal en los filmes Los inocentes (1964), En la Ciudad sin límites (2002), El santo de la espada (1970), La maffia (1972), Los siete locos (1973) y Boquitas Pintadas (1974).
Obtuvo el premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Cartagena por Los siete locos, y el Cóndor de Plata al mejor actor por sus sendos protagónicos en Los inocentes y Martín Fierro.
En 2005 la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina le otorgó el Premio Cóndor de Plata a la trayectoria.
Su primer gran protagónico fue en cine, en 1955, junto a Mirtha Legrand, en El amor nunca muere, dirigido por Luis César Amadori.
La pareja fue un éxito y lo volvieron a convocar para acompañar a "Chiquita" en La pícara soñadora, un par de años después, en Con gusto a rabia, de la mano de Fernando Ayala.
Luego llegó la gloria junto a Leopoldo Torre Nilsson, con quien alcanzó su máximo crecimiento.
Un guapo del 900, Martín Fierro, en 1968; El santo de la espada, dos años más tarde y en 1971, Güemes, la tierra en armas, a la que siguió La Mafia, en 1972 y después, Los siete locos, Boquitas pintadas y El pibe Cabeza. Fue considerado un intérprete inigualable de los textos de Ibsen, Lorca, Arthur Miller, John Osborne, Engene O’Neill, Edward Albee, Tennessee Williams, Samuel Beckett, Marlowe, y dirigido por nombres históricos como los de Margarita Xirgu, Carlos Gandolfo y Omar Grasso, aunque también se animó a dirigir con igual éxito: Los caminos de Federico, Bocca-Alcón, Homenaje Ibsen, ¡Shakespeare todavía! y Final de partida provienen de esta etapa más propositiva de su carrera.
Compartió películas con Mirtha Legrand como La pícara soñadora y fue protagonista de una de las más taquilleras de la historia del cine argentino, Nazareno Cruz y el lobo, en 1975, bajo la dirección de Leonardo Favio. También tuvo un rol principal en los filmes Los inocentes (1964), En la Ciudad sin límites (2002), El santo de la espada (1970), La maffia (1972), Los siete locos (1973) y Boquitas Pintadas (1974).
La última obra que dirigió y protagonizó fue Final de Partida, de Samuel Beckett, junto a Joaquín Furriel, en 2013.