El escritor y periodista se animó a denunciar las aberraciones de la dictadura y lo pagó con su vida. Fue un ejemplo heroico de resistencia en una Argentina blindada
Por Roberto BlancoLa "Carta Abierta a la Junta", escrita por Rodolfo Walsh el 24 de marzo de 1977 fue uno de los actos de libertad más trascendentes en tiempos de la dictadura, y
significó su sentencia a muerte que, según se reconstruyó luego, ocurrió un día después y mañana se cumplen 30 años.
El crudo relato del primer año de gestión del gobierno de facto quedó como un testimonio histórico en ese texto que fue a la vez el último acto de un hombre que abandonó la literatura para entregarse a la militancia política.
Aquel 25 de de marzo de 1977, cuando todo indica que fue asesinado por un grupo de tareas de la escuela de Mecánica de la Armada, estaba muy lejos de su fuerte formación religiosa en escuelas de origen irlandés en la ciudad de Buenos Aires.
Tras comenzar a publicar sus textos periodísticos en la década del cincuenta, y luego de presentar su primer libro de cuentos, el relato de un sobreviviente de los fusilamientos de José León Suárez, en 1956, cambiaría su vida.
La investigación de Walsh, tras lo que escuchó del sobreviviente Juan Carlos Livraga, quedó plasmado en el libro "Operación Masacre" que describió con lujo de detalles un crimen organizado por las fuerza militares de la Revolución Libertadora
contra militantes peronistas.
Desde ese momento su vida cambió y la Revolución cubana que llegó a La Habana en 1959 fue el escenario donde Walsh comenzó a cobijar sus ilusiones de militante.
"¿Quién mató a Rosendo?", el libro que publicó en 1968, perfiló ya su pensamiento y a la vez lo alejó de la literatura para introducirse de lleno, a principios de los setenta, en la agrupación Montoneros.
Desde allí organizó las publicaciones del grupo y según testimonió antes de su muerte, enfrentó a la conducción de la agrupación guerrillera, en un fuerte debate ideológico.
Cuando escribe "Quién mató..." desnuda los manejos del vandorismo en el sindicalismo argentino y son esos años en los cuales a través del gremialista de gráficos Raimundo Ongaro conoce en Madrid a Juan Domingo Perón.
Lejos de esos tiempos de ilusiones, el golpe militar de 1976 sepultó gran parte de sus sueños, y desde la clandestinidad -vivía en una isla del Tigre- creó la agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) para difundir las informaciones que los
militares ocultaban.
"Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos. Millones quieren ser
informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Haga circular esta información", era el preámbulo de sus comunicados.
El 29 de septiembre de 1976 mataron a su hija Vicki, quien militaba en Montoneros, y Walsh ya sentía que su vida se acotaba, sin embargo no cesó en su intención de dar batalla desde la información.
Así, para el primer aniversario del golpe presentó la "Carta a la Junta" y luego la entregó personalmente en todas las redacciones de los diarios.
El 25 de marzo caminaba, con copias de esa carta en su maletín, por la avenida Belgrano y Entre Ríos, cuando un grupo de Tareas de la ESMA lo acorraló con la intención de secuestralo.
Según señalaron sobrevivientes de ese centro de detención a su hija, la ex diputada Patricia Walsh, uno de los jóvenes integrantes del grupo, el capitán Alfredo Astiz, era el encargado de correr tras el escritor y derribarlo.
Según las reconstrucciones, Astiz falló y eso le dio tiempo a Walsh a sacar un révolver calibre 22, que llevaba siempre encima, e hirió en una pierna a uno de sus secuestradores, mientras recibía varios disparos en su cuerpo que le dieron muerte en ese lugar.
El marino herido en la pierna, según testigos, recibió una condecoración en la ESMA, en un acto privado.
A tres décadas de su desaparición y muerte, se intruye un juicio sobre su secuestro y en el banquillo de los acusados se encuentra Astiz.