Por las subas en salud, educación y vivienda. Igual, los sectores más pobres tienen enormes problemas, ya que deben destinar el 47 % de su ingreso sólo a alimentarse
Los expertos la bautirzaron "inflación progresista", y es un fenómeno del cual el gobierno de Néstor Kirchner podría ufanarse.
Igual, los problemas más serios los siguen afrontando los sectores pobres, que destinan 47 % de su ingreso a alimentarse.
El año anterior, debido a la política oficial de aplicar un férreo control de precios sobre varios alimentos y artículos de primera necesidad y, por el contrario, dejar cierto margen para el libre movimiento en áreas como la vivienda o el esparcimiento, provocó el siguiente efecto: las personas que se ubican en los niveles socioeconómicos medios altos y altos, que consumen más servicios y menos artículos de primera necesidad, conviven con una inflación mayor.
Para el 20% de la población más rica del área metropolitana, la suba del Índice de Precios al Consumidor (IPC) no fue del 9,8%, como arrojó el dato informado a principios de enero de este año, sino del 11,2%. Fue el único segmento que soportó un alza promedio de dos dígitos en los precios de los productos que consumen.
El 20% siguiente toleró una inflación del 9,8%; el siguiente grupo, una del 9%; la fracción siguiente, una del 8,4%, en tanto que el 20% más pobre de la Capital y el conurbano sufrió un alza del costo de vida del 7,5%, es decir, casi cuatro puntos que el otro extremo de la pirámide.
La inflación es un fenómeno que, según suelen coincidir los economistas, afecta más a la población más pobre porque carecen de instrumentos -como la posibilidad de ahorrar en bonos indexados, por ejemplo- para protegerse de los aumentos.
Las diferencias en la inflación para cada quintil ocurren porque cada segmento tiene su propia canasta de consumo -elaborada sobre la base de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGH) de 1996 y 1997-, es decir, su propia forma de distribuir sus recursos. Asi, según la información de ese relevamiento, el sector de menos recursos gasta casi la mitad de ellos en alimentos y bebidas, mientras que el más rico gasta sólo una cuarta parte.
El peso de un producto particular en la canasta, como la carne o la leche, también cambia según el quintil, y existen algunos servicios, como el que ofrecen las prepagas, que sólo consume la población de mayores recursos.
Son estos servicios, precisamente, los que hacen la diferencia.
"Debido a que los precios de los restaurantes, las prepagas, los colegios privados, el turismo y los electrodomésticos lideraron las subas de 2006, el quintil más pobre sintió menos sus efectos sobre su costo de vida", indicaron desde el Ministerio de Economía.
Basta, sino, con recurrir a un dato del informe para confirmarlo: de cada diez peso que gasta una persona que se encuentra en el quintil más pobre, $ 3,4 están destinados a servicios y $ 6,6 a bienes. Los primeros registraron un alza del 8,3% -para este quintil-, en tanto que los últimos, una del 7,3%.