Protagonizan "Letra y música", una encantadora actualización de la remanida fórmula de las comedias románticas, con guiños a la nostalgia por los 80
Por Sebastián Martínez
La fórmula es más vieja que el cine. Mucho más vieja, de hecho. Pero lo cierto es que, pasan los años, y sigue funcionando. Dos personas se conocen, se enamoran y deben vencer algún tipo de obstáculo para salvaguardar su amor. Tan simple y lineal como eso. Y, sin embargo, la ecuación de las comedias románticas no pierde su eficacia, aunque ya la hayamos visto cientos de veces.
Hubo, por supuesto, numerosos y dispares intentos por darle alguna vuelta de tuerca. Si repasamos sólo las últimas dos décadas, podemos detectar: en la esencial “Cuando Harry conoció a Sally”, un enamoramiento negado por los protagonistas casi hasta agotarlo; en la agridulce “Realmente amor”, parejas múltiples y relaciones casi nunca idílica; en la más reciente “Viviendo con mi ex”, una historia que comienza donde las demás terminan; en “Perdidos en Tokio”, un enamoramiento levísimo que no puede dar paso al amor.
Y allí habrá que colocar un largo etcétera, porque sobran los ejemplos y se podría escribir un grueso tomo enumerando los intentos por descubrir una nueva versión de la vieja fórmula. “Letra y música” no tiene la intención de ser original. Por el contrario, respeta casi a rajatabla las normas del género. Todo su encanto está en los detalles. En las cálidas y graciosas réplicas que van puntuando el argumento. Y en los protagonistas, claro.
Él es Hugh Grant. Posiblemente el actor mejor preparado para las comedias románticas que haya dado la cinematografía de los últimos lustros. Hay quienes lo comparan con Cary Grant, otros con James Stewart. Los elogios no son en vano. Sólo Hugh Grant sabe quitar el edulcorante que suele sobrar en los diálogos sensibleros y, pese a todo, mantener su encanto.
Ella es Drew Barrymore. Tiene seguidores y detractores. Su belleza está lejos del estereotipo hollywoodense. Pero quienes la admiran, digamos, desde que tenía cuatro años y lloraba la muerte de ET, no pueden dejar de sentir simpatía por esta mujer fuerte de la industria. Tanto cuando es atacada en “Scream” como cuando se para en pie de igualdad junto a Lucy Liu y Cameron Díaz, en las desparejas “Los ángeles de Charlie”.
El director Marc Lawrence (el mismo de “Miss Simpatía”) los reunió ahora en “Letra y música”. Allí, Hugh Grant es Alex Fletcher, ex integrante de la banda Pop, que supo cosechar algunos éxitos comerciales por la década del 80. Su coequiper compositivo y amigo de aquellos años ha logrado construir una sólida carrera solista tanto en la industria de la canción como en el cine. Alex Fletcher no.
De hecho, Alex hizo un mediocre intento por lanzar una carrera propia y fracasó en medio de una docena de canciones sin sustancia. Vive, entonces, de recuerdos, regalías y performances en ferias de pueblo, hasta que un día le llega la oportunidad soñada: la nueva estrella pop del momento (una mezcla de Christina Aguilera, Shakira y Joss Stone interpretada por Haley Bennet) le pide un corte de difusión para su próximo álbum.
Alex se siente seguro en lo que a las melodías se refiere. Pero necesita un letrista. Y es allí donde entra Sophie Fisher (Drew Barrymore). El compositor de los 80 descubre que la chica que cuida de sus plantas tiene un inesperado talento para la rima y la métrica. La convence de trabajar juntos y ya pueden imaginar el resto.
No obstante, el hecho de que la trama navegue en aguas más o menos previsibles, no quiere decir que “Letra y música” no depare al espectador agradables sorpresas: la inteligencia de los diálogos, el carisma de los protagonistas, algún retruécano oportunamente marcado, ciertos guiños para quienes vivieron los 80. Detalles que vuelven a dar vida a la vieja fórmula y, por enésima vez, la actualizan en una película eficaz.