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"El bienestar nos quitó la capacidad de llorar"
El papa cargó contra la "globalización de la indiferencia" en su visita a la Isla de Lampedusa, donde llegan africanos en busca de una nueva vida
8 de julio de 2013
El papa Francisco hizo este lunes un fuerte llamado contra la "globalización de la indiferencia" y condenó la cultura del "bienestar" por sobre los que menos tienen, en su primera salida del Vaticano desde que asumió como Sumo Pontífice.

Francisco viajó a la isla de Lampedusa, puerto de arribo de miles de africanos que buscan un futuro mejor y que mueren en el intento, al sur de Sicilia, y desde allí lanzó un contundente mensaje sobre la insensibilidad ante los que menos poseen.

"Le pido a Dios que perdone a aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que abren el camino a dramas como éste y a aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas", dijo el papa.

En ese contexto, clamó el Pontífice: "La cultura del bienestar nos ha hecho insensibles a los gritos de los de los otros. Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto, la globalización de la indiferencia nos sacó la capacidad de llorar".

Francisco, dijo que su viaja a esta isla busca "despertar conciencias" y para que no se repitan tragedias y naufragios como lo que han ido sucediendo durante años en Lampedusa, puerto de ingreso a Europa para cientos de miles de extracomunitarios.

"Muchos de nosotros, y me incluyo, estamos desorientados, ya no estamos atentos al mundo en el que vivimos, no curamos, no custodiamos lo que Dios ha creado para todos y tampoco somos capaces de custodiarnos los unos a los otros", dijo Francisco al celebrar una misa penitencial en el estadio del campo deportivo, al lado de un sitio emblemático de esta isla, el cementerio de barcos que naufragaron en el Mediterráneo.

"Cuando esta desorientación asume las dimensiones del mundo, llegamos a tragedias como la que hemos visto", agregó, en referencia a un enésimo naufragio, hace menos de un mes, que para el Papa representó "una espina en el corazón" y que lo empujó a hacer esta visita relámpago.