Luego de una semana tragicómica en la organización, un nuevo acto de violencia suspendió un partido. La culpa no es del chancho
Por Roberto Aguirre Blanco, de la redacción de Asteriscos.TvPara el fútbol , fue una semana cargada de papelones y de incongruencias, más acordes a improvisados e irresponsables que a instituciones con más de un siglo de vida y autoridades de un Estado con experiencia y coherencia en sus actos.
En ese escenario de arenas movedizas se sitúa desde hace ya muchos años el fútbol argentino, que este sábado tuvo, en una semana vergonzosa, otro partido suspendido, por incidentes y violencia en las canchas, en un espiral de inseguridad e inestabilidad que no tiene fin, porque nadie de atrever, o quiere , asumir el rol de poder que permita al menos intentar una solución.
Los números de los muertos se agranda casi a diario como la peor noticia, como ocurrió este lunes en el partido en el estadio Unico de La Plata, en medio del partido Estudiantes y Lanús, y se convierten en informaciones a la cual nos acostumbramos, en una situación que nos hace muy mal como sociedad
Sin respuestas ni acciones, la tierra desolada del espectáculo deportivo, es ganada por inercia propia de los violentos, lo que hacen de este espacio un lugar para sus delitos y expresa además su inestabilidad social, que nadie se atreve a ponerle punto final.
Con extraña morbosidad, los dirigentes de los clubes primero, los eternos y oxidados popes de la AFA segundos, y el Estado, como socio corporativo de este mundo fútbol, dejan que la pelota ruede, corra y se pierda en el día después, bajo la consigna ideológica , tan antigua como la de su filosofo propulsor, Don Julio Grondona: "todo pasa".
Peleas entre los propios "hinchas” del mismo club, palos y agresiones en las inmediaciones con fuerzas de seguridad desbordadas y sin trabajo de inteligencia y previsión que le permita tomar decisiones más correctas y menos violentas; gases, agresiones, caos y un partido que por lógica se suspende ante la mirada atónita y desprotegida de miles de hinchas genuinos, rehenes del oportunismo y la desidia.
Este Fútbol para todos, que disfrutan muy pocos, casi siempre los violentos que como en las películas políticamente incorrectas siempre ganan, poco aporta para que esta realidad cambie, y que sin dudas, tiene al Estado, hoy protector y financista, como uno de los responsables más concretos de la locura en que está inmerso esta pasión del fútbol.
Desde la bienvenida llegada del fútbol gratis, el Gobierno solo se dedicó levantar esa bandera de "restauración social" y tapar con ese maquillaje el fondo de una cuestión, la crisis del fútbol, en donde pudo haber logrado, si se lo proponía grandes y profundos cambios.
Solo se dedico a abrir el grifo de dinero y alimentar la ambición de los clubes de tener flujo fresco que permita solventar sus magras y mal administradas economías, y desde ese abuso de poder, convertirlos en "socios- rehenes" de cualquier decisión desde la Casa Rosada.
Los dirigentes, como bien lo demostró Grondona en sus 34 años de gobierno en la AFA, es parte de esa cadena porque desde su gestióntambién sostiene el poder sobre la entidades que le deben mucho a la hora de responderle políticamente.
Los dirigentes no tiene más ideología que tapar los agujeros económicos, y reciben ese dinero salvador sin chistar , ni preguntar, venga del origen del que venga, provocando un status quo donde nada se modifica y solo cambian los nombres de los proveedores del capital salvador: ayer era TyCSpors y hoy el gobierno nacional.
La AFA, ha dejado de ser un ente regulador y de decisiones que ordenen, controlen y mejoren el fútbol ,para ser la mano ejecutora de decisiones que no pasan por el despacho de su mandamás sino que se gesta en otras oficinas, tal cual sucede desde hace más de 20 años.
Todo cambia, para que nada cambie. En ese espacio tan perverso, ahora el Gobierno que no regula, ni controla, sino que actúa desde la política partidaria, decide, con un libre albedrío peligroso, la hora , el día, y hasta el color de camiseta de cada partido.
Lo hace con un cambio de planes constante, producto como ha sido también en su accionar en otros sectores de la vida política, no con una convicción ideológica o de política de estado, sino por coyuntura elemental.
Hace pocos días, el fútbol mexicano, como ejemplo de otro países más cercanos que también lo hacen, presentó el fixture del Torneo Apertura de ese país. que comenzará el 19 de julio y se extenderá en 19 fechas hasta el 8 de diciembre.
Cada uno de estos 190 partidos previstos ya tiene fecha de disputa, estadio, hora y canal que lo televisara en una previsión lógica para el armado y desarrollo de un espectáculo deportivo.
Aquí, en tres días se cambió de organigrama una fecha de fútbol en 6 ocasiones, a solo cuatro días de su disputa, todo manejado desde los despachos de la Casa de Gobierno y del FPT.
En este torneo se suspendieron ya siete partidos y cinco más se debieron jugar, por sanciones o seguridad a puertas cerradas, sin público, en una demostración más de un escenario de conflicto que no tiene solución, sino penas un apósito que intenta tapar una herida que necesita cirugía mayor.
"Todo pasa, seguro que este partido lo terminamos jugando en 10 días sin gente", dijo uno de los protagonistas del partido de Vélez -All Boys, desde un lugar de resignación extrema: un partido con más gente en el campo que en las tribunas, que ahora parecen tan frías como un cementerio. ¿O será que el fútbol como espectáculo ya está muerto?