Con gran solemnidad, la presidenta Cristina Fernández difundió por cadena nacional un mensaje grabado para justificar las negociaciones con Irán con el fin de tratar de llevar a juicio a los presuntos responsables del atentado a la AMIA.

Anunció el envío al Congreso del memorándum firmado con Teherán, que provocó diferencias con la comunidad judía.

Aseguró que la Argentina "no es el único país que negocia" con el régimen de Ahmadinejad.

Puso como ejemplo la reunión que mantendrán los iraníes con EEUU, Alemania y Rusia por temas nucleares. Desde su despacho, anunció el envío al Congreso del memorándum de entendimiento firmado con Teherán para permitir que jueces argentinos puedan interrogar a los ciudadanos iraníes acusados como responsables del atentado de 1994 que se cobró 85 vidas.

"La última palabra la tendrá el Parlamento, porque soy absolutamente respetuosa de las decisiones de las instituciones", exageró Fernández, conociendo de antemano que la aprobación del Congreso será un trámite por contar con la mayoría suficiente. Explicó que la comisión de juristas que analizará el tema no emitirá un dictamen vinculante, por lo que no condicionará el accionar de la Justicia argentina. Según explicó, esos jueces "aconsejarán y ayudarán a los países, pero sobre todo verán que haya garantías, sin que ninguna de las partes renuncie a la legislación".

Rechazó de plano que la Argentina haya elegido este camino porque pretende aumentar los negocios con Irán, un país muy rico en petróleo.

"Nunca se detuvo el comercio con Irán", dijo. "Sería interesante que quienes hacen estas afirmaciones averigüen quienes son los que venden granos a Irán; no van a encontrar apellidos de este Gobierno", afirmó, sugiriendo que el la Casa Rosada se preocupó en determinar quiénes le venden cereales al régimen iraní.

Cristina expresó la "sorpresa" que le generó la convocatoria de Israel al embajador argentino para que brinde explicaciones por este acuerdo, al recordar que en el atentado no murieron ciudadanos de ese país.

Y se mostró extrañada de que no haya tenido una reacción semejante por el ataque que, en 1992, sufrió el edificio de su sede diplomática, en donde se violentó su territorio.