Los precios del petróleo cerraron con una leve alza al término de una semana marcada por incidentes en instalaciones en Estados Unidos, un neto descenso en las reservas estadounidenses y un incremento de la tensión con Irán.

En el New York Mercantile Exchange (Nymex), el barril de "light sweet crude" para entrega en abril ganó 19 centavos a 61,14 dólares, luego de haber llegado durante la sesión a 61,80 dólares, su nivel más alto en el año.

"Un importante descenso de las reservas de productos destilados (...) una serie de problemas en refinerías y el temor de que la tensión con Irán se agrave, se combinaron para impulsar los precios por encima de los 61 dólares", señaló John Kilduff, analista de la casa de corretajes Fimat.

El conjunto de las reservas comerciales de petróleo bajó 11,1 millones de barriles la semana pasada en Estados Unidos, según el informe del departamento de Energía (DoE).

Las reservas de productos destilados (diesel y combustible para calefacción) bajaron casi dos veces más que lo previsto, mientras que las de gasolina se redujeron seis veces más que lo esperado. Solamente las reservas de crudo aumentaron.

El DoE anunció además una importante alza de la demanda. Los estadounidenses consumieron 21,6 millones de barriles de productos petroleros diarios en las últimas cuatro semanas, o 6,8% más que el año pasado.

Por otra parte una serie de incidentes perturbaron el funcionamiento de las instalaciones petroleras en Estados Unidos.

La planta de Valero en Texas, de una capacidad de producción de 170.000 barriles diarios, continúa cerrada luego de un incendio declarado durante el fin de semana. El oleoducto de la firma Teppco, que transporta 240.000 barriles diarios de petróleo hacia el noreste de Estados Unidos está fuera de servicio hasta el sábado a causa de una pérdida.

Estos incidentes "ponen en duda la capacidad del sistema energético de recuperar (el nivel de) las reservas de gasolina para el período estival de fuerte demanda", estimó Kilduff.

Finalmente, el programa nuclear iraní continúa preocupando cada vez más al mercado, que teme que Teherán, cuarto productor mundial de crudo, lo utilice como arma de negociación, ya sea interrumpiendo sus exportaciones o bloqueando el estratégico estrecho de Ormuz.