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21 de noviembre de 2024
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Adiós al historiador: Eric Hobsbawm
Tenía 95 años y uno de sus aportes fue organizar la historia desmenuzando la teoría marxista y haciéndola accesible al gran público
2 de octubre de 2012
Tenía 95 años y fue uno de los historiadores más prolíficos, a tal punto que no quedó cátedra en el mundo sin echar mano a su abundante obra para entender un poco mejor la historia, en especial la del Siglo XX, que tuvo dos grandes guerras, pero también la Edad Media, donde desmenuzó como nadie la "vida privada" para entender cómo ese vivía en esa remota época.

Murió Eric Hobsbawm y con él se va uno de los hombres más lúcidos en un mundo que cada día parece intelectualmente más pobre.

Julia Hobsbawm, única mujer de sus tres hijos, contó que su padre murió en un hospital de Londres donde estaba internado por neumonía.

Hacía años luchaba contra la leucemia y hasta los últimos días se mantuvo informado sobre los sucesos del mundo, acumulando pilas de periódicos al costado de su cama.

Había nacido en Alejandría, Egipto, en 1917, y pasó su infancia en Viena.

Los años 20 allí y el ascenso de Hitler en Berlín determinaron su visión política e interés por la historia.

En 1933, el día en que Hitler fue nombrado canciller de Alemania, Hobsbawm se alistó en un grupo de jóvenes comunistas.

Sus padres ya habían muerto y él y su hermana Nancy fueron adoptados por Sidney Hobsbawm, el tío que los llevó a vivir a Berlín.

En 1934 volvieron a Inglaterra. Suerte para los Hobsbawm: siendo ellos descendientes de polacos y rusos, todos de religión judía, su futuro era incierto en la Alemania nazi.

Ya en Cambridge, donde obtuvo una beca en el King’s College, Hobsbawm asumió su destino. Sería un historiador de izquierda. No sabía todavía que 75 años después tendría un público global.

Se casó con Muriel Seaman en 1943 y, al finalizar la guerra, comenzó su verdadera producción intelectual. Empezó a dar clases de historia, una vida académica que ya no abandonaría. Y en 1948 publicó su primer libro, Trabajadores: un punto de inflexión.

Jamás renegó del Partido Comunista, aunque criticó a Stalin por las bestiales represalias en Hungría (1956) y en la Primavera de Praga (1968).

En 1962 se casó por segunda vez: con Marlene Schwarz. Ese año publicó La era de la revolución primer volumen de su trilogía más famosa, que aborda el período de 1789 a 1914. A partir de allí, muchos de sus escritos se volvieron clásicos de la historiografía mundial.

Aunque siempre se reivindicó marxista, Hobsbawm fue una figura codiciada por el Partido Laborista inglés. En 1983, Neil Kinnock, líder del partido reconoció su deuda con Hobsbawm: lo llamó su “marxista favorito”. Tony Blair lo elogió abiertamente en su cumpleaños 80, pero no se ganó su estima. “Será recordado por llevar a Gran Bretaña a una guerra desastrosa innecesariamente”, le dijo Hobsbawm a Clarín sobre Blair.

Durante la Guerra Fría, Hobsbawm sufrió ataques del macartismo. Cuando cayó la URSS gritó que el mundo era ahora más desigual. Para él se había acabado ese Siglo XX que el llamó “siglo corto”, y situó entre 1914 y 1991, la Primera Guerra Mundial y el colapso del bloque soviético . En los últimos años, la crisis amplificó su voz. Equiparó entonces el impacto de la gran debacle económica que empezó en 2008 con el de la aída del Muro de Berlín en 1989.

A la luz de esos hechos escribió su último trabajo, Cómo cambiar el mundo, una colección de ensayos sobre Marx y el marxismo. Fue su respuesta al derrumbe. Hacer de la historia presente.

“Ha llegado la hora de tomarse en serio a Marx”, dijo. En una de sus últimas entrevistas elogió a América latina, “el único lugar que hablaba su idioma, el socialismo”.

Se apuró Hobsbawm con Años interesantes: una vida del siglo XX , (2002) su autobiografía.

Dijo mucho también del siglo XXI, hablando del anterior.