La secretaria de Medio Ambiente aseguró que el río estará limpio en 10 años, en el marco de la presentación oficial del plan de saneamiento que ofreció a la Corte Suprema
La secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti, explicó ante la Corte Suprema el plan oficial para limpiar el Riachuelo y prometió hacerlo en menos de 10 años.
Todos recordaron a la entonces secretaria de Recursos Naturales, María Julia Alsogaray quien, un 4 de enero de 1993, prometió que el Riachuelo estaría limpio en 1.000 días.
El entusiasmo desbordó a Carlos Menem, quien pronosticó: «En 1995 vamos a ir allí a pasear en barco, a tomar mate, a bañarnos y a pescar». Pasaron esos mil días y otros miles días más. Ayer, otra funcionaria, también de signo peronista, prometió acabar con la contaminación del Riachuelo en 10 años. Es decir, 2.600 días más que Alsogaray.
El ambicioso plan fue presentado por Romina Picolotti ante la Corte Suprema como representante del Estado nacional, bonaerense y porteño en la demanda por contaminación entablada por los vecinos del barrio de La Boca y diversas organizaciones no gubernamentales.
Durante casi una hora, la funcionaria de la administración kirchnerista explicó las medidas que llegaron a implementarse durante estos cinco meses y las proyecciones hechas para los próximos diez años, cuando, estimó, se logrará la limpieza total de la cuenca.
La limpieza del Riachuelo exige una inversión en los primeros cinco años de 1.818 millones de dólares. Según constancias de la causa, unos 5.000.000 de habitantes padecen los daños por la contaminación de la cuenca que abarca 14 municipios bonaerenses, de los cuales más de la mitad carece de cloacas y un tercio no tiene de agua potable.
El Riachuelo acuna 8.500 toneladas de hierrochatarra, contiene, además, cascos de barcos, esqueletos de autos, basura de todo tipo y un fondo letal formado por numerosos metales pesados y sedimentados en concentraciones muy altas, con un espesor que llega a 7 metros de profundidad.
La contaminación orgánica es 4.366 veces superior al impacto contaminador de una de las plantas de celulosa que tanto conflicto generan con Uruguay. De ese daño responsabilizó Picolotti a las 3.000 empresas que están asentadas a lo largo de la cuenca La Matanza-Riachuelo.