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Embajada de Israel: el fin de la inocencia
Hace 20 años fue el primer primer atentado terrorista en América Latina. Murieron 29 personas. No hubo detenidos. Una investigación polémica
17 de marzo de 2012
Por Roberto Aguirre Blanco, de la redacción de Asteriscos.Tv


La plaza de la Memoria. en las intersecciones de Arroyo y Suipacha, donde funcionó hasta hace exactamente 20 años , la sede de la Embajada de Israel es en la actualidad un lugar apacible donde los oficinistas descansan unos minutos y almuerzan, mientras en al aire se respira la calma de un lugar de reflexión ante la falta de justicia y la impunidad.

Allí están 29 árboles, casi agraciándose uno con el otro en un gesto de comunidad y fraternidad de la memoria, recuerda a cada una de las víctimas del terrible atentado a esa sede diplomática sufrida el 17 de marzo de 1992, cuando una camioneta se estrelló con explosivos en una de sus puertas.

El hongo de humo y horror las paredes temblando a varios metros de lugar y el sonido expandiéndose por kilómetros a las 14:50 de aquel triste jueves de marzo, marcó un antes y un después en la historia argentina y colocó al país en triste escenario de la guerra de Medio Oriente.

Los cadáveres bajos los escombros , los más de 240 heridos tirados sobre el asfalto de la calles ante la ausencia de ambulancias y la falta de reacción de un país no acostumbrado a estos hechos, es una de las primera fotos sangrientas de una jornada que aún le duele a millones de argentinos.

Esos mismos escombros que al tiempo fueron levantados, y ese espacio de aire puro y sensibilidad por las víctimas que se respira en la Plaza de Memoria, mucho se alejan de la realidad de una justicia que en dos décadas no encontró un culpable y si siquiera tuvo un detenido por este hecho.

Esa afrenta a al verdad tiene muchos responsables con nombre y apellido que actuaron por omisión o desidia y que tuvo al ex presidente Carlos Menem como una de sus cabezas, basado en el hecho fundamental de ser el máximo representante del país en esos días.

Luego la Corte Suprema de Justicia, que por aquellos años inauguraba su nueva conformación de nueve miembros encabezada por el ministro Julio Nazareno, se hizo cargo de una investigación que jamás avanzó y no tuvo respuestas a los reclamos de los familiares.

A seis meses del atentado todavía la investigación en "etapa de sumario" y a dos años recién se comenzó a señalar al grupo fundamentalista Hezbollah como supuesto responsable ideológico del atentado, en una situación extraña ya que jamás este movimiento se hizo cargo del mismo, además de no avanzar en las conexiones locales necesarias para este hecho.

Esta desidia en al investigación fue el caldo de cultivo directo para que dos años después otro coche bomba estallara en la sede de la AMIA, provocando otras 84 víctimas y cientos de heridos.

Con el correr de los años la Corte Suprema unió esta dos investigaciones --la AMIA tuvo juicio y corrió por carriles diferentes-- para responsabilizar también del atentado de la embajada a los responsables de la diplomacia iraní en Argentina.

Durante el gobierno de Néstor Kirchner los familiares recibieron una "reparación económica" por parte del Estado aunque ese gesto, no menor, no alcanza a aliviar la pena por la falta de justicia que se reitera, con precisión de relojería, cada 17 de marzo cuando se conmemora un año más de esta tragedia.

En estos días Asteriscos.Tv estuvo recorriendo la Plaza de la Memoria y allí habló con las personas que cada día pasan por el lugar o utilizan el predio para un breve descanso y pudo escuchar que los ciudadanos no dejan de recordar ese mal momento de la historia, con un acento en critica a la falta de transparencia en la investigación y la ausencia de justicia.

"Sería bueno que muchos de los que vienen aquí además de comer y quedarse un rato se tomen el tiempo de mirar las placas y cada uno de los árboles que tiene un motivo y el nombre de la gente que murió aquí. Es como estar mas cerca de ellos y de sus familias", reclamó ante Asteriscos.Tv una trabajadora de 20 años, que cada día descansa allí unos breves minutos.

En Arroyo 920, el 17 de marzo de 1992 a las 14:49, había empleados de la embajada en sus tareas habituales, había albañiles argentinos y bolivianos haciendo reparaciones en el edificio, un geriátrico a 20 metros con abuelos haciendo la siesta, un cura dando misa en una Iglesia vecina, cientos de chicos de un colegio católico y decenas de transeúntes yendo a sus destinos. Había vida y éramos casi todos inocentes

Un minuto después, con un golpe terrorífico hubo 29 muertes, víctimas silenciosas de la lucha étnica y religiosa a millones de kilómetros de su epicentro de origen, sin que ninguno de ellos desde donde estén y muchos menos los millones de habitantes de este país pudieran responderse a 20 años las preguntas elementales: ¿Quienes? ¿Por qué?

"Benditas sean sus almas", reza una placa donde están el listado de aquellas víctimas en la paz de La Plaza de la Memoria, mientras familias y un país, que aún merece la verdad, se unen a un ruego que no se apaga: "Justicia, Perseguirás".