El magistrado, que saltó a la fama por su intento de detener al ex dictador chileno Augusto Pinochet, se enfrenta a tres procesos diferentes por el mal desempeño de sus funciones
El controvertido juez Baltasar Garzón llegó este martes al Tribunal Supremo de Madrid en el que será juzgado por mal desempeño en tres procesos (incluido el de las escuchas del caso Gürtel, en el que varios ex dirigentes del PP se encuentran involucrados) y podría enfrentar una inhabilitación de 17 años.
Uno de los procesos está relacionado con su intento fallido de investigar los crímenes de la guerra civil española y la dictadura de Francisco Franco (1939-1975). El otro refiere a una investigación sobre una red de corrupción en la administración pública conocida en los medios españoles como "la trama Gürtel".
Garzón, una figura de prestigio internacional odiada y amada casi por igual en España, no enfrenta sin embargo una condena de cárcel. En ambos casos se solicita un período de inhabilitación para ejercer como juez de al menos 17 años. ¿Podría ser este el final de la rutilante carrera de Garzón? Es más que probable, al menos en España.
"Parece que a la Justicia no le gusta la justicia", protestó el abogado chileno Eduardo Contreras, el primero en presentar una querella contra Pinochet en representación del Partido Comunista. "Me parece un síntoma impensable de barbarie en la Europa de hoy que se pretenda juzgar a un juez por ejercer su profesión", agregó.
Garzón, de 56 años, estuvo durante 22 al frente del juzgado número 5 de la Audiencia Nacional de Madrid, desde el que instruyó sumarios decisivos en la lucha contra el narcotráfico, el grupo separatista vasco ETA y los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), la fuerza paraestatal creada para combatir a ETA durante la presidencia de Felipe González (1982-1996).
También investigó las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura de Pinochet (1973-1990) y el régimen de facto en Argentina (1976-1983), que lo convirtieron en el rostro más conocido de la justicia universal, sobre todo en América Latina.
Mientras su nombre y su prestigio crecían fuera de España, sus enemigos se multiplicaban en casa.
"Hay un elemento de envidia en todo este caso", consideró José Antonio Martín Pallín, un magistrado retirado del Tribunal Supremo. "Es sabido que hay sectores muy amplios de la derecha y de la izquierda que consideran que el juez Garzón es un réprobo, que es un mal juez; con el reproche recurrente de que es un juez estrella, que le gusta el protagonismo", añadió Gonzalo Martínez-Fresneda, su abogado defensor en la causa del franquismo.