Un rosarino que viajaba con su novia en el crucero accidentado en Toscana contó que "se apagaron las luces y comenzaron a caerse las cosas"
La odisea del crucero que encalló en las costas de Toscana hizo recordar a muchos pasajeros escenas de la película Titanic.
Jonathan es argentino, vive en Rosario y disfrutaba de un crucero de placer junto a su novia cuando cerca de las 9 de la noche de ayer comenzó a alarmarse.
“Andaba todo perfecto hasta que fuimos a cenar y empezamos a sentir como si el barco rozara contra algo”, aseguró en declaraciones televisivas el joven, uno de los 17 argentinos que viajaban en el crucero italiano que encalló anoche en la isla de Giglio, Italia.
“Ahí empezó a temblar, a temblar y a inclinarse. Se apagaron las luces y comenzaron a caerse las cosas”, advirtió Jonathan, quien luego de varias horas pudo contactarse con su familia para tranquilizarla.
Sin embargo, aseguró que las autoridades del navío aseguraban que no se trataba de nada grave, sino que el movimiento del barco se debía al mal funcionamiento de uno de sus motores.
“Parecía una película. Empezamos a correr para llegar arriba y ahí nos dijeron que nos vayamos al camarote. Nos aseguraban que no era más que un desperfecto técnico”, afirmó el argentino.
“Cuando bajaron los botes la gente empezó a enloquecer y trataba de entrar. Era una situación de pánico importante”, admitió Jonathan, quien indicó que una vez en el bote salvavidas, lejos del crucero, se dio cuenta de la magnitud de la tragedia.
“El barco estaba muy inclinado”, indicó.