Cuba cumple el miércoles seis meses desde que Fidel Castro delegó temporalmente el mando a su hermano Raúl, en un ambiente de calma y estabilidad, mientras las
autoridades remarcan su optimismo en torno a una recuperación de la salud del líder revolucionario.

En estos seis meses, sin anuncios extraordinarios ni cambios significativos, los cubanos se han acostumbrado poco a poco a la ausencia de la figura de Fidel, parte integral de su cotidianidad, y se acostumbran al estilo discreto de su hermano
de 75 años.

En sus esporádicos pronunciamientos, que evitan detalles sobre la salud de "El Comandante" declarada "secreto de estado", los altos funcionarios de la isla insisten en que su recuperación es progresiva y que volverá a asumir el mando.

El vicecanciller Bruno Rodríguez declaró el domingo en Guatemala que Fidel sigue las prescripciones médicas "y retornará al ejercicio pleno de sus facultades (de gobierno) tan pronto como los médicos lo consideren pertinente.

Pero analistas internacionales, consideran que con cada día que pasa el retorno de Fidel es cada vez menos probable y algunos, como el académico alemán de izquierda Heinz Dieterich, señalan que "la transición en Cuba ya está en marcha" y con Raúl
firmemente al frente.

Las autoridades en Cuba hablan de una continuidad que, subrayan, se desarrolla en calma.

Así lo destacó hace unos días el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, quien resaltó "la estabilidad y la normalidad" que ha reinado en la isla en estos seis meses, contrariando augurios de Estados Unidos y el exilio en Miami que anticipaban
éxodos masivos e incluso rebeliones internas.

Calificado por Washington como un "Fidel Ligth", Raúl Castro, asumió provisionalmente el 31 de julio las funciones que éste le delegó como presidente del Consejo de Estado y del gobierno de Cuba; primer secretario del Comité Central del Partido Comunista
y comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

De esta manera quedó al frente del gobierno, aunque comparte algunas de las otras funciones que estaban en manos de su hermano con otros seis miembros de la cúpula cubana, entre ellos el vicepresidente Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez Roque.

Raúl además prefiere delegar funciones remarcando que el único reemplazo de posible Fidel deberá ser colectivo.

El lunes, por ejemplo, fue el vicepresidente Esteban Lazo quien se encargó de recibir en La Habana la medalla "Amilcar Cabral" concedida a Fidel Castro por su contribución a la independencia de pueblos africanos.

Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas, es descrito por sus amigos como un "guajiro" (campesino), mientras que algunos le atribuyen una personalidad dura.

Ha marcado su gobierno provisional con una presencia pública discreta y reclamos de eficiencia en el aparato productivo afectado por la burocracia y la ineficiencia.

El aspecto que más destacan los cubanos del estilo de liderazgo provisional de Raúl, ha sido el cambio de los habituales discursos maratónicos de Fidel por intervenciones más breves matizadas con anécdotas y bromas.

"Fidel es insustituible y quien trate de imitarlo fracasara", señaló en su discurso en diciembre ante el congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios, en el que se apareció jovial y abierto al debate y al ascenso de las nuevas
generaciones.

Poco después, ante el parlamento, Raúl reclamó el 22 de diciembre, soluciones a los problemas que más aquejan a los cubanos: el transporte, la alimentación y la vivienda señalando que "de justificaciones estamos cansados en esta Revolución".

Analistas internacionales piensan que Raúl podría favorecer a una evolución de Cuba hacia un modelo con una apertura económica pero fuerte control político, como en China o Vietnam, modelos que conoce bien.