Fueron cuatro días de intensa búsqueda, hasta que finalmente Alfredo Enrique Nallib Yabrán apareció. Se había pegado un escopetazo en la boca y decidió así poner fin a sus días, cuando se veía cercado por la policías que intentaba detenerlo por orden del juez de Dolores que investigaba el crimen de José Luis Cabezas.

El juez José Luis Macchi, de Dolores, había dictado la orden de detención contra Yabrán, al considerarlo "prima facie" como autor intelectual del crimen de Cabezas, tras la declaración de la ex policía Silvia Belawsky, esposa del oficial Gustavo
Prellezo, condenado como autor material del crimen.

"Vos querés saber la verdad, Yabrán está detrás de todo esto. Como vos sabés, yo y Ríos trabajamos para él, nunca en tu vida se te ocurra abrir la boca, si no querés que te pase algo", le dijo Prellezo a Belawsky durante una discusión de pareja, según
relató la propia mujer al juez, quien con esos elementos pidió la detención del empresario.

El suicidio ocurrió el 20 de mayo de 1998 en el baño de su casa principal de la estancia San Ignacio, que tenía en la localidad de Gualeguaychú, en Entre Ríos y así se cerraba un capítulo en la investigación del asesinato de Cabezas, aunque
también para el común de la gente empezaba el mito.

Es que más allá de las autopsias hechas por los médicos legistas, los ADN que corroboraron que el cuerpo era del empresario y de que la justicia determinó que correspondía a él ese cadáver, la gente -aún hoy- sigue preguntándose si en realidad
Yabrán está muerto.

"30 perdigonadas en la cabeza" fue el lacónico parte que dio el primer médico que recibió el cuerpo en una clínica de Gualeguaychú, algo que fue confirmada por la justicia y los peritos policiales.

También se supo que Yabrán había utilizado una escopeta 12/70, que generalmente se utiliza para cazar.

El disparo final del empresario se dio a escasos metros de los efectivos de la Departamental de Concepción del Uruguay y de Gualeguaychú ingresara al lugar, para detenerlo, junto a la jueza de Gualeguaychú Graciela Pross Laporte.

Alfredo Yabrán, no obstante, fue señalado -post mortem- como uno de los instigadores del asesinato de Cabezas, el fotógrafo de la revista Noticias que pudo retratarlo y hacer pública su cara mientras veraneaba en Pinamar, algo que -según dicen- lo sobresaltó.

A los 53 años, nacido en Larroque, Entre Ríos, Yabrán era por entonces un poderoso empresario del rubro telepostal, dueño de la firma Oca, estaba casado con María Cristina Pérez, y tenía tres hijos: Pablo (ahora de 34), Mariano (33) y Melina (29).
Yabrán era un hombre que le gustaba cultivar el "bajo perfil", algo que el ex ministro de Economía Domingo Cavallo se encargó de echar por tierra cuando el 23 de agosto de 1995 ante el Congreso lo responsabilizó de ser "jefe de una mafia enquistada en el poder" político, ya que entonces era el dueño de Ocasa, una
empresa de transporte de documentación.

La alta exposición por las sospechas públicas en su contra tras el crimen de Cabezas, obligaron al empresario a modificar su bajo perfil y aceptó participar en un programa político con audiencia pico, y se expuso cinco veces en dos ámbitos: en tres oportunidades concurrió al Congreso y en otras dos llegó hasta el juzgado de Dolores para testimoniar en la causa.

"Soy un simple cartero", fue la frase paradigmática que pronunció en su defensa, al desvincularse de la docena de empresas que le adjudicaron las denuncias --de Cavallo, principalmente-- y haciendo pie en la rama inicial de su fortuna: el mercado postal.

Los últimos días de Yabrán fueron en casi total soledad en esa estancia, adonde lo encontraron finalmente la policía y la justicia.

Fue a las 13:25 -480 días después del crimen de Cabezas-, que Yabrán presionó el gatillo de la escopeta y acabó con su vida, en la misma provincia en la que había nacido el 1 de noviembre de 1944.